jueves, 31 de diciembre de 2009

AÑORANZAS DE LUZ

Me admiró que existiera tanta oscuridad. Fue cerrar los ojos durante unos minutos y todo se fue llenando de más y más oscuridad, de forma tal que unas oscuridades tenían que condensarse para dejar paso a otras oscuridades que acababan de llegar y que reclamaban también su espacio en la humedad de mis ojos. Yo me decía para mis adentros que cuando quiere pasar algo lo más normal es que pase, así que no puse obstáculo alguno a que pasaran todas las oscuridades que quisieran pasar. El problema fue conseguir que se fueran. Para que salieran tuve que engañarlas, me refiero a las oscuridades, con la dificultad que suele tener este tipo de operaciones ya que para engañar a las oscuridades primero hay que engañarse a uno mismo. Noté que ya me había engañado lo suficiente cuando oí un ruido seco y algo mustio que llegó a mis oídos desde alguna parte de mi cerebro. Luego dejé de pensar, dejé incluso de desear, y las oscuridades poco a poco fueron saliendo por donde habían entrado. El olor que despedían sus cuerpos al irse despertó en mí viejas añoranzas de luz.

miércoles, 30 de diciembre de 2009

PASEAS EN MI INTERIOR...

Paseas en mi interior montada en tus zapatillas de bala perdida, y en ese afán, casi sin querer, rasgas los invisibles tejidos que provocan en mí la temida queja melancólica. No contenta con lo hecho, vuelves en paseo repetido y te declaras de golpe señora de todo, de lo creado y de lo increado, gesto este que yo aprovecho para volver por mis fueros y actuar como el perro loco y miedoso que siempre soñé ser. Reconvertido en perro las cosas me van mejor: olisqueo la muerte hueca y los huesos exentos de toda luz mientras imagino el instrumental sonido de tu voz e intento disimular el hecho cierto de que apenas si sé aullar a las lunas. Mis ojos no encuentran el contrapeso adecuado en los tuyos y crece en mí el pensamiento moscón que todo lo estropea. Es entonces, en medio de tanta lluvia seca, que surge el llanto, y a renglón seguido todo en mí llora en llanto innúmero, y aún sin ser, todos los llantos son ya míos.

martes, 29 de diciembre de 2009

VIVITOS Y COLEANDO

No crean que resultan nada fácil de atender las rigurosas instrucciones que, seguidas al pie de la letra, me permitirán entrar en su cabecita loca, de ahí que en ocasiones me entren dudas de si merecerá la pena transcribir éste o aquél recuerdo, o si esta historia será apropiada para según que paladares, o si beber agua infectada por el cuerpo de un suicida resultará un hecho lo suficientemente contundente y novedoso como para llamar su atención y que los más agnósticos del lugar empiecen a pensar que estoy hablando en serio. Sea como fuere, no tengo otra que volver a intentarlo, y como de alguna forma tengo que empezar empezaré diciendo que fue una lágrima muerta y envuelta en tristeza la que dio forma primero al mundo, un mundo que por cierto presumía de eternidad, y luego a sus ojos, que bastante tenían con saberse bellos. Vivió en su corazón durante más de mil años hasta que al final huyó de aquel lugar ayudado por las alas de un millón de mariposas. Conforme levantaban el vuelo miró hacia atrás y descubrió el abismo de una vida prácticamente hueca. Lloró lo que no está escrito pero al final, mira tu por donde, llegó a un lugar hermoso, un mundo repleto de señales que hablaban a las claras de la presencia de vida. Para que nadie se llevara a engaños, nada más llegar a su nuevo hogar una mosca se posó en su oreja y le susurró al oído el mensaje fundamental: no te creas propietario ni de la saliva que con dificultad maceras en tu boca; simplemente eres parte de la vida. Con el tiempo, por cierto, lograron mejorar sus condiciones de vida, porque descubrieron que tanta vida hay con frío que sin frío, con hambre que sin hambre, y lo cierto es que parecía haber coincidencia casi unánime en que era mejor vivir sin frío y sin hambre. Con otro poco más de tiempo descubrieron remedios que lo curaban todo, desde el cáncer más complejo hasta la más básica de las estupideces, pero la maldición de la muerte parecía no tener cura, lo que no dejaba de resultar una molestia y una incomodad para todo bicho viviente. Y ahí les dejé, vivitos y coleando, aunque molestos e incómodos.

lunes, 28 de diciembre de 2009

EN MI RETINA

Su imagen persiste en mi retina y se mueve, y eso que acabo de decir tiene mucho valor porque lo digo sabiendo como sé que tanto la imagen como el movimiento no son sino pura ilusión. Pues bien, la ilusión de su imagen que se mueve en mi retina pareciera moverse sacudida por un viento que pone nervioso al más pintaó, un viento que pareciera también capaz de remover la amalgama de azogue tranquilo donde se esconden si no todos sí al menos una parte significativa de los secretos del mundo. Tan es así la cosa que algunos que me acompañan arrancan a pronunciar nombres de dioses en una especie de letanía más propia de una agrupación creyentes desesperado que, como es el caso, de un grupo de náufragos irredentos y borrachos que acaban de salir del cine satisfechos después de consumir a euro el cuarto de hora de obra maestra. Sordo por costumbre y ciego por afición, aún así no soy capaz de quitar su ilusoria imagen de mi retina. Tan inútil como preguntar a la luna qué hace en el cielo, así de inútil me veía yo preguntando a la imagen de aquella mujer, armado con una voz más o menos convincente, qué diantre hacía en la retina de mi ojo. Este naufragar ininterrumpido en el que se convierte la vida, que es como un temblor sordo capaz de cambiar los destinos del mundo cada cincuenta metros, me fuerza a funcionar con la eficiencia y la discreción propia de un franciscano, es decir, llorando y riendo pero todo a un tiempo, siempre con reverencia, siempre con algún resabio de temor. Vistas así las cosas, comprenderán que me cueste mirarme cara a cara en el espejo del baño y comprobar todos los días cómo crecen en mi rostro las inconfundibles llagas del aburrimiento. Este mirarse sin miramiento alguno es un acto que requiere valor. Y darse la vuelta y hacer como si no pasara nada, también requiere valor. Afortunadamente, su imagen aún persiste en mi retina y se mueve.

domingo, 27 de diciembre de 2009

LA ENE

Además de dar nombre a un conocido río del amado Perú, también la decimosexta letra del alfabeto español suele atender al nombre de ene, y dicen de ella que representa un fonema consonántico, ya que consonante es, además de nasal y alveolar por las razones que en su momento saldrán a relucir. Ni que decir tiene que la explicación anterior resulta insuficiente para describir el complejo mundo en el que se mueven las enes cuando salen de nuestra linda boquita. En mi opinión, si alguna virtud tiene la ene además de cumplir de forma correcta con las funciones consonánticas básicas, es su capacidad de adaptación al medio. Expliquémonos. La ene adopta forma de sonido alveolar cuando va al principio de palabra o entre vocales. Correcto. Sin embargo, cuando el lugar que ocupa es final de sílaba y se encuentra seguido de consonantes, entonces nuestra protagonista se adapta al sonido que tenga a bien construir la consonante que le sigue, convirtiéndose en palatal cuando pronunciamos la palabra roncha, ya que la che adopta esta forma palatal, o en labiodental si la palabra pronunciada es la palabra enfermo, ya que labiodental resulta en este caso el sonido de la efe. Yo no sé a ustedes pero, en lo que a mí respecta, esa capacidad camaleónica de la ene no deja de resultarme de todo punto asombrosa. Claro que, como a todo hijo de vecino, también a la ene la pueden surgir problemas de relajación. En su caso, estos problemas se acentúan cuando la ene va seguida de una ese, relajación ésta que debiéramos esmerarnos en corregir para que, pongamos por caso, la palabra construir sonara a lo que tiene que sonar sin que su sonido llegue a degradarse hasta un extraño kostruír, y los monstruos siguieran sonando como tales sin llegar a la monstruosidad de quedar convertidos en unos deformados móstruos. Mención aparte merece el caso de la palabra consciencia, palabra ésta en la que aconteció el proceso contrario, es decir, perdió ya hace mucho tiempo, no la consciencia de sí propiamente dicha sino la ese de la palabra en su lucha con la ene por hacerse un hueco en la consciencia de los hispanohablantes, quedando al final la tal consciencia convertida en mera conciencia. Esta mutación fue bien acogida tanto por los hablantes de a pie como por letrados, bachilleres y académicos de variado signo y condición. Finalizando ya, conviene reseñar también que también se utiliza la ene, la ene a secas, cuando queremos dejar constancia de un nombre que o bien no lo sabemos o sabiéndolo no lo queremos decir a las claras por las razones que sean, y decimos eso de llámale ene como otros dicen eso de llámale equis. Por último, quizás no esté de más comentar que la ene, como si de un ascensor se tratara, sirve además de todo lo dicho para elevar los números a un estado de indeterminada potencialidad. Así, si yo elevo diez ene veces, lo que estoy haciendo es elevar el número diez a un número indeterminado de veces, número indeterminado éste para el cual utilizo el signo de la ene. Esta función llamémosla mecánica de la ene no ha sido valorada todo lo que se debiera.

sábado, 26 de diciembre de 2009

CUANDO DUERMO CREO QUE EXISTES

Atardezco como atardece el otoño en esos atardeceres a los que nos tiene tan acostumbrados cuando se da la feliz coincidencia de que es otoño y está atardeciendo. Es una pena que ya no sea otoño para que los atardeceres puedan coincidir con él, como lo es también el hecho de que sólo existas cuando renuncio a mí. Eso está mal dicho. Lo que quería decir es que es una pena que no existas de normal y que sólo existas cuando renuncio a mí, momento éste que suele coincidir con el atardecer. También existes cuando las cosas dejan de estar en su sitio y empiezan a estar donde no deberían estar. Por ejemplo, esa pastilla de jabón. En este instante, la única razón conocida que justifica tu existencia es que la pastilla de jabón está en el suelo, medio escondida en el quicio de la puerta del baño, y no donde suele estar que en este caso y sin que sirva de precedente coincide además con el lugar en el que debe estar. Menos mal que el mapa de pulcros recuadros en el que convirtieron el sueño del baño todo lo oculta. Pero bien mirado hay más circunstancias en las que existes. Olvidar en plena búsqueda aquello que se está buscando hace que el tiempo se pare. En esos casos, cuando el tiempo se para, también existes sin necesidad de que esté atardeciendo y que renuncie a mí. Cuando te olvido no sé si existes. Por ejemplo, cuando los ocupados se olvidan de los desocupados no saben si los desocupados existen o no, o si existen les importa una mierda. Esa es una ley general. Para olvidar ésta y cualquier otro tipo de leyes similares lo mejor es dormir escuchando el tranquilizador rumor del agua en su ir y venir por las cañerias la casa hasta convertir este ruido en el ruido de fondo de tu propia cabeza. Cuando duermo creo que existes.

viernes, 25 de diciembre de 2009

IMAGINAR

Imaginar el hondo cielo de sus ojos no deja de ser una literaturización, un capricho propio de quien está creando unos ojos y un cielo que en modo alguno le corresponden. En su juego de ficción, la callada palabra del creador persigue descifrar el mundo, y para ello lo sueña, y todo este trajín de descifrar y soñar lo hace para que algún día pueda hablar de los sueños en flor y para poder decir, ese mismo día o al día siguiente, que el mundo era aquello que soñó. Pero pretender estar en las cosas, en todas las cosas, y pretender además que esa estancia sea una estancia radical, de cuerpo entero, es demasiado pretender. Al final, porque todo tiene un final, aconteció lo inevitable: se deshizo su rostro todo, profundidades de ojos y cielos incluidos, ultrajado aquí y allí por los rigores del tiempo y la desmemoria, hasta que apenas si quedaron de él un puñado de dignos despojos. Y vuelta a empezar. El poeta siente, y eso le fuerza a ser.

jueves, 24 de diciembre de 2009

EL CONGELADOR

En el congelador guardaba un par de bombillas en aparente buen estado, unas viejas zapatillas muy cómodas, de esas de estar por casa, y un despertador extremadamente grande y redondo al que se habían adherido un manojo de cubitos de hielo. Cuando aquella mañana abrió la puerta de habitáculo invernal, el frío rodeó sus manos y tiró de ella hacia dentro. Su reacción instintiva fue tirar de sí misma hacia afuera, pero la cosa no pintaba fácil porque a la fuerza del frío del congelador se sumó a la de su frío interior, y la fuerza unida de ambos fríos logró engullir en su santiamén sus dos brazos, colocando la nariz y el resto de la cara, que ya tenían claros síntomas de congelación, a las puertas mismas del infierno de hielo. En un esfuerzo supremo hizo palanca con los pies y también con el culo y, jugándoselo todo a una carta, dio un empujón enorme hacia atrás logrando así zafarse de esa fuerza rabiosa con aspecto de perra loca que pretendía enterrarla en lo más recóndito del congelador. Aún aturdida por el impacto físico y emocional de lo que había ocurrido, se dio cuenta que en la mesa de la cocina estaban preparadas un par de bandejas con hojas de acelgas rellenas de arroz, algo asqueroso para personas a las que, como era su caso, no les gustaba ni las acelgas ni el arroz, y algo preocupante a la vez porque se supone que esa era su cocina y jamás se le hubiera pasado por la cabeza preparar algo parecido. Estaba claro que alguien, no se sabe bien con qué propósito, pretendía que abriera la puerta del horno.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

LA TE

Late en apocalíptica señal, esta vigésima tercera letra del alfabeto español, cuando proveniente del Tau de los griegos aparece como una cruz sin cabeza. Basta para convocarla con arrimar la punta de la lengua a los dientes posteriores y despedir el aliento para, a renglón seguido, volverlo a contratar. Así se pronuncia la te y, si hiciera falta, la doble te, con el peligro de que le ocurriera como al forjado de doble te, donde las tes se oponían por la base. También pueden llegar a oponerse por la altura, produciendo un grito tan alto como el que tuvo que escuchar San Antonio Abad, ese de “te voy a matar”, proveniente de un enemigo que se echó por esos caminos de dios, a lo que el santo respondió con eso de “Como no dejes de decir tonterías te pospongo al verbo y te me conviertes en enclítico”. Los niños y los tartamudos usamos la te como muleta en sustitución de la terrorífica ese, mudando así el “si señor” habitual por el ti teñor, que es como nos expresamos cuando queremos decir al que manda que no se preocupe, que lo hemos entendido todo a la primera y que no hay ningún problema. Debe evitarse, por compasión o por lo que quieran, pronunciar las tes finales de sílaba como si fueran zetas. El objetivo de este esfuerzo es que el ritmo siga siendo ritmo, sin necesidad de que lo convirtamos en un rrízmo irreconocible. A estas alturas ya se habrán dado cuenta de que, dental, oclusiva y sorda como es, la te poco o nada tiene que ver con el té de las cinco.

martes, 22 de diciembre de 2009

PALABRA Y COLOR

Arranca oscuro y confuso, pero arranca. Sale a la luz no sin dificultad y con parsimonia va adueñándose del color. Se construye sin saber qué es. Sin consciencia alguna de qué pueda ser, el ser que habla surge desde lo más profundo de un vientre de café y se estiliza. Aguzado por la necesidad, afina su propio ser para poder decir de si lo que le urge decir. La cosa dicha por el ser no es otra cosa que el ser mismo que dice. Y se dice pronto. Surge así la conciencia de ser lo que se dice y de pensar sólo aquello que puede ser dicho. El ser que habla piensa y embadurna papeles mientras se piensa a sí mismo, y tanto la cosa del pensar y del hablar, como la de pensar y pensarse, las realiza con palabras mientras habla con el pincel.

lunes, 21 de diciembre de 2009

CARTA A LA ATENCIÓN DE UNA PIEDRA ENAMORADA

Estimado mineral: Espero que al recibo de la presente te encuentres bien y que tus propiedades intensivas de pétrea sustancia, tan del agrado de la madre tierra, se mantengan intactas. Sé que eres materia, y tal cosa la sé no sólo por razones derivadas de la intersubjetividad de la medida, sino porque ocupas un lugar en el espacio; también sé que gustas de huir del carbono como otros huyen de la peste. La tierra amamantó tu estructura cristalina, y ya sea como agua petrificada o como sal de piedra, que todo es materia al fin, tienes por costumbre tropezar dos veces en la misma piedra, tirar la piedra y esconder la mano, y hasta quedarte de piedra, tan duro como una piedra, cada vez que coincides con esa piedra preciosa y labrada con pico, que es piedra picotada, que te remite a los dulces anhelos propios de las canteras donde surge el amor. Basta mirarte para saber que te mueres por esa fósil de amanita, negra, regular y esférica, tú, que no eres sino piedra tosca y perdida. Que sepas que te entiendo bien.

domingo, 20 de diciembre de 2009

CARTA ELOGIO DEL VEGETAL

No mudas de lugar por impulso voluntario, y es por eso que ya seas colirrábano, yuca o ñame te mantienes firme donde estás, como si el disfrute de la vida no requiriera de la extravagancia del movimiento. Es sin embargo tu corazón de celulosa el que se multiplica vertiginoso en minúsculos granos de trigo, cebada o arroz que sirven de alimento al mundo, mientras sintetizas tu propio alimento convirtiéndote en higo, aguacate o toronja, y todo esto lo haces partiendo de la inorgánica nada. Protagonista del milagro fotosintético, te basta cuarto y mitad de agua, un puñado de sal y algunos rayos de sol para que te entregues en forma de legumbre, si es que te ha dado por nacer en tierra de garbanzos, o como digno champiñon si el sol no acompaña. Que sepas que lo intento pero, por más que vegeto, no logro reproducir el milagro.

sábado, 19 de diciembre de 2009

CARTA DE AMOR MAMIFERO

Amas y te amo como el animal eucariota que eres, y como ademas pecas de placentario, alimentas los embriones y los miedos de tus descendientes con la leche de tus mamas. Gritas con tu mandíbula de un solo hueso, gritas mucho mientras espero que te me entregues a temperatura constante. Te lo diré de nuevo: me reconforta pensar en tus vértebras protectoras. Heterótrofa y pluricelular, a ti te elegí de entre las más de cuatro mil quinientas especies, y sólo a ti te quiero, peludo animal que sufriras y amaras, no sé en qué orden, por los siglos de los siglos.

viernes, 18 de diciembre de 2009

PROFUNDOS SECRETOS

Los profundos secretos, encallados primero y perdidos después en algún lugar entre el espejo y la tinta, emergieron de nuevo en busca de aquel piadoso animal de inocente culpabilidad que se había empeñado en vivir vidas ajenas y que murió victima de unas malas fiebres después de un atracón de realidad. Hay que decir de esta rata mística que, en el entreacto de un verano loco, mucho antes de su irremediable encuentro con la parca, tomó la decisión de construir un tranvía verde que le sacara de esa galerna de historias inacabadas en la que vivía. Para financiar la operación tuvo que tomar algunas decisiones dolorosas. La primera fue vender la charcutería para dedicarse al videoarte, y la segunda consistió en llegar a un acuerdo con sus personajes para organizar la búsqueda conjunta de la redención. Nada funcionó. Los días pasaron uno tras de otro dejando en las niñas de sus ojos aluviones de soledad extrañada, en su corazón minucias obsesivas de odio, asco y miedo, y en su cabeza la certeza de que, descubierta la gaseosa, poco o nada de importancia quedaba ya por hacer. Al final, todo el legado de Humboldt y el de un Byron enamorado quedaron en eso, en un tiempo curvo de incorpórea desazón.

LA KA

Su nombre es ka, la ka, y no sirve para echársela en el pelo porque se trata de una letra. Si son muchas se las dice kas, aunque rara vez se ven muchas ya que sólo se emplea con palabras que tienen por origen o destino el afamado distrito madrileño del Valle del Kas, el griego clásico o cualquier otro idioma extranjero en general. En las voces de origen patrio, el sonido de la ka permanece más o menos camuflado cuando se mezcla con vocales como la a, la o, o la u, ya que entonces se asemeja al sonido de la ce fuerte, y cuando es con la i y la e, entonces pareciera como si el sonido apropiado fuese el de la cu. A pesar de su inutilidad general, inutilidad que llevó a más de un sesudo académico a pensar que bien pudiera desaparecer de nuestro alfabeto, la ka fue tomada del latín, que a su vez lo adoptó de la kappa griega, que a su vez la importó del kaf fenicio. En mi opinión, el proceso de globalización le ha sentado bastante bien a la ka. A diez mil metros de altura, en el alfabeto aeronáutico internacional, si quieres decir ka tienes que decir kilo, para evitar confusiones que pudieran resultar fatales entre, pongamos por caso, el aeropuerto de kádiz y la kasa del piloto. La k es también el símbolo por excelencia del kelvin, que es la unidad de temperatura, y su vitamina, la vitamina k, tiene un montón de propiedades cuya ausencia provoca un montón equivalente de problemas. Pero tampoco conviene exagerar ya que, a diferencia de lo acontecido con las ies, no se conoce a nadie que haya muerto o haya sido asesinado por una ka de más o de menos.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

DESOLACION

La he visto actuar y conozco su modus operandi. La desolación se cuela por los intersticios de las palabras, como quien dice entre los huecos que quedan entre palabra y palabra, provocando en quien la padece una peculiar forma de sequedad que se apodera primero de su boca, luego de sus labios hasta que finalmente toma posesión de todo su ser. Una vez desolado, todo aquello que la memoria del ser ocupado es capaz de traer ante su presencia tiene el inconfundible tufillo de la desolación, y suele ocurrir también, aunque no siempre, que toda la energía disponible se consume en si misma sin que pueda aportar valor añadido alguno al desolado ser que la soportaba. No es fácil dar con la diferencia entre un hombre desolado y su sombra, especialmente si el hombre en cuestión aparece semidesnudo y arrodillado frente a un confesionario, y la sombra es enorme, como suele ser el caso de las sombras que habitan los descampados que hay a medio camino entre el cementerio y el lupanar. En esos territorios de la tranquilidad habitan los muchachitos bombo infierno que matan el tiempo jugando a ser canallas, y pululan las bocas secas que hablan como hablan las flores del añil, es decir, malamente, pronunciando una tras otra palabras feas, huecas y mudas. Pero tampoco conviene exagerar con esto de la desolación ya que estas ideas que les comento pertenecen a las capas altas de la cabeza y desaparecen, como los cirros, cuando llegan a su vertical.

martes, 15 de diciembre de 2009

EL ENCUENTRO

Ladra el pájaro mientras el garbanzo continua vegetando en su habitual estado de somnolencia y remojo. Si bien es cierto que los tres habitan el mismo astro, el tercer planeta del sistema solar, me parecía a mi que seria tarea difícil, pero que muy difícil, conseguir que el perro, el pájaro y el garbanzo pudieran conocerse en los apenas cinco minutos que disponían para ello. Además, el garbanzo no dejaba de pensar tonterías, al punto de que quien esto escribe tenia la sensación de que si el garbanzo no dejaba de pensar estupideces ya, de forma inmediata, no lo dejaría jamás. El pájaro, por su parte, continuaba a su bola, soñando como siempre en un inexistente jardín repleto de pétalos de hortensias color blanco azahar, siendo el caso que si el sueño iba de pesadilla entonces las imágenes que venian a su diminuta tenían que ver con la inhóspita herrumbre de unas azaleas recubiertas de un verde mas que sospechoso. Respecto al perro, poco que decir. Desde que tuvo uso de razón insistía en comerse su propio rabo y en diseccionar su propia muerte, obteniendo como misterioso resultado de tanto esfuerzo unos ojos de can que carecían de fondo, de forma y manera que mientras te miraban parecían, no como si no miraran, que eso seria hasta normal, sino que no hubiesen mirado jamás de los jamases en toda su vida perruna. Convendrán conmigo que la cosa no estaba fácil para que el encuentro tuviera lugar. Lo más normal seria que la frialdad del más profundo de los silencios se adueñara de todo. Sin embargo, no todo estaba perdido. Los garbanzos son capaces de llegar muy lejos, tan lejos que llegado un punto ya no hay forma de seguirlos. Además, los designios de los perros son inescrutables y también son capaces de cosas extraordinarias, como la de avanzar mas allá de los trillados caminos de la conciencia. Y del pájaro que decir: tras su plumaje, en el interior de lo que parecía ser una casa desabitada, se adivinaba un alma hermosa. En fin, apenas si queda un minuto para que su pequeño mundo dejara de existir, pero bien pudiera producirse el milagro de que se sentaran a hablar sobre la esencia de las cosas exponiendo alto y claro sobre la mesa lo que cada cual tuviera a bien decir. Medio minuto. Quince segundos. Lamento informarles de que el milagroso encuentro no tuvo lugar.

lunes, 14 de diciembre de 2009

LAGUNOSO DE UÑAS SUCIAS

Estoy sin mí, y me extraño. Rebosante de ausencias y sombras, triste y sin apenas sitio para la palabra, me soy desconocido. Lagunoso de uñas sucias, falto de sol, boca y ojos. Descuidado y frío, respiro sin mí. Por mi frente resbala todo lo increado y es en mi no ser y en todo lo inmensamente ciego que soy donde nacen las señales que me avisan del peligro. Negado, indolente y hasta falto de nombres que echarme a la boca, observo mi desorden desnudo y me veo ausente. Pero hasta aquí llego el vacío. La actriz suicida por fin se envenenó, y el otrora manso monstruo que me habita ha despertado. O eso al menos llegué a pensar. Sin mi y todo, levanto mi crin sobre la ruina que soy, y me dirijo directo a la fuente de la privación. Y todo para nada, para rendirme de nuevo sobre su pecho mientras observo sus espachurrados redondeles líquidos mirándome tras el cristal.

domingo, 13 de diciembre de 2009

LO SUFICIENTE

Fuera del tiempo, la embriaguez de la escritura resultaba insoportable. El cansancio iba encogiendo la lengua del escritor y era así como surgían inesperados papeles que se agavillaban en batiburillos de tensión que poco a poco y con precisión matemática iban devorando las entretelas de su creador. Era como si una especie de pan no terminara de llenar su buche de mamífero depredador convirtiendo a su vez en sobras al sujeto que lo consumía. Consumado el acto, el lastre del tiempo se hundió como un puñal sobre su espíritu y los secretos túneles que conducen a las azoteas del amortajado paraíso fueron anegados con capas y más capas de oscuridad que se superponían unas a otras en los diferentes planos conocidos de la conciencia. En ese instante crucial, llegada la hora de la batalla, el abismo indigerible se apodero del hombre insignificante que dice lo verdadero y lo acogió sobre si con un abrazo. Menos mal que guardaba en la urna oscura que tenia por cabeza, como si de un acto litúrgico y salvador se tratara, los suficientes restos de pensamiento inverso como para poder alejarse de la realidad y relajarse siquiera por un rato en sueños del que colgaban faldas a modo de transparentes columnas de aire y color. Se vio a si mismo, lánguido y elegante, mirando detenidamente los antiguos restos de agua que reposaban en la bandeja, escudriñando aquí y allá en busca de todo lo que de sutil e implícito pudiera encontrar. Y volvió a la carga. En una pantalla a cuadros fue construyendo de nuevo la atroz experiencia de un poema que se abría y se cerraba zigzagueando en caprichosos grumos indigestos. Por fin, después de infinitud de intentos, se sintió amo de un mundo tan minúsculo como su propia vida, y fue dueño siquiera por un instante del poder sobre su propia muerte. Lo suficiente.

sábado, 12 de diciembre de 2009

LA JOTA

La undécima letra del alfabeto español tiene por nombre jota, y que su mera mención produce tensiones de distinta intensidad dependiendo del lugar en el que se pronuncie es cosa ya sabida por haber sido dicha de forma oficial por los académicos, a lo que podemos añadir que son pocos a los que deja indiferentes. Fricativa, velar y sorda, la gama de posibles pronunciaciones de la jota abarca desde las formas más vibrantes a la simple y llana aspiración. Y bien mirado es lógico que en ciertas zonas del planeta exista una tendencia generalizada a aspirar la jota, sobre todo si tenemos en cuenta los beneficios que aporta y lo fácil que resulta convertirla en hache. Es fácil encontrar jotas oportunistas, especialmente cuando la jota se arrejunta con la e o con la i, que hacen su agosto camuflándose de ges. El espíritu y hasta el aliento con el que se construye la jota proviene, como en todos los casos, del interior de nuestros pulmones, teniendo la jota de peculiar que su sonido cobra forma en la mitad de la lengua, la cual debemos forzar para inclinarla muy al principio del paladar, introduciendo ésta todo lo que podamos en la garganta, todo ello en el buen entendido de que se tratará siempre de la garganta propia si lo que queremos producir es una jota; a introducir la lengua en la garganta ajena sólo recurriremos en el caso de que lo queramos producir sea un beso de tornillo, no siendo ahora ni el sitio ni el momento de hablar ni de besos ni de tornillería. La jota no sólo muda en su sonido sino también en tamaño, que como todo el mundo sabe es lo que más importa. Las jotas grandes se suelen utilizar para el baile, la música y la copla, ya que son grandes los saltos y las voces que hay dar para que la jota salga como dios manda, y que la jota puede ser también cosa mínima queda claro cuando digo que no entiendo ni jota de algo, o que no veo ni jota, ya que lo que en realidad estoy diciendo es que de ese algo no tengo ni pajolera idea o bien que no veo tres en un burro, todo lo cual da a entender que se conoce poco y se ve menos.

viernes, 11 de diciembre de 2009

PAJARILLO FRITO

Como no tengo un yo de referencia a veces me ocurre que no sé ni con quién hablo en esos momentos de intimidad en los que me da por hablar conmigo mismo. Y créanme que resulta agotador. Además, he comprobado que, sea cual sea el yo que en esos momentos tenga en uso, esta situación anómala de no saber quien es quien me avinagra muchísimo el carácter. De nada me vale disponer, como es mi caso, de un pasado imperfecto, de un corazón inmortal y de una belleza etérea que ya quisieran para sí muchos ángeles, porque el despiste sigue siendo igual. Yo creo que lo que pasó es que el buen dios, intentando sacar de mi cabeza lo que de inútil y falso tiene el orgullo, se olvidó de convertir el verano en otoño, de forma tal que me quedé atascado en una especie de veranillo del membrillo con visos de infinitud, lo que trajo consigo una calentura estructural que con el transcurrir del tiempo degeneró en demencia. Pero peor hubiera sido no ser, y eso que de pequeño amanecí tan huesudo y esquelético como un pajarillo frito, de forma tal que tenía dificultades serias para que la felicidad saliera de mi cuerpo y para seguir siendo algo un día después de otro, aunque ese algo fuere un algo con aspecto de pajarillo frito. Claro que mi hermano mayor estaba peor, no en lo que a huesos se refiere pero sírespecto a lo de la azotea. Me decía que había que abrir el grifo del agua fríay esperar unas cuantas horas a que ésta se vaya calentando. Yo, un yo cualquiera de esos que tuve y que por las razones que ya saben me cuesta ubicar,decía que yo no hacía más que decirle una y otra vez que las cosas no funcionan así. Es el grifo del agua caliente el que hay que abrir durante dos o tres horas para que el agua se vaya enfriando. Pero nunca me hacía caso.

jueves, 10 de diciembre de 2009

PULGARCITO

El cuento de Pulgarcito te lo he contado ya una docena de veces en lo que va de año. Me niego en redondo a contarte otra vez la misma historia. Eres más pesada que una vaca en brazos. A tus ochenta y cuatro años ya va siendo hora de un cambio en tus hábitos literarios. Si te parece, voy a realizar algunos comentarios a vuela pluma a propósito del cuento y mañana lo comentamos en el desayuno. Abuela, por dios, no pongas esa cara que no es para tanto. Venga. Atenta. Primera reflexión: es muy frecuente confundir la bondad y la timidez en el habla con la falta de seso. Si además de parco en palabras resulta que se es pequeño, del tamaño de apenas un dedo pulgar, la cosa de la tontería se da por hecha, que es ni más ni menos que lo que le sucedió a nuestro Pulgarcito. Segunda reflexión: supongamos un año de gran escasez, un año en el que la imposibilidad de unos padres de alimentar a sus hijos se convierte no ya en una hipótesis sino en un hecho cierto, ¿qué es preferible, abandonarlos a su suerte o verlos morir de hambre? Tercera reflexión: no debemos preocuparnos tanto de los bosques espesos como de las mentes poco claras. Cuarta reflexión: supongamos que no tenemos otra que ponernos a andar camino de nuestra perdición ¿qué truco debemos utilizar para no perder el camino de vuelta? Cuarta reflexión: dado que los Pulgarcitos aparecen muy rara vez sobre la tierra, no es probable que nada de esto nos ocurra ni a nosotros, que ya no tenemos edad, ni a ningún tierno infante de cualesquiera ramas de la familia, pero si ocurriera, debemos tener presente que, bien sea por confusión o por falta de pericia, los ogros terminan degollando a sus propios vástagos en detrimento de su alimento natural, que no son otros que los rollizos infantes de entre tres y doce años. Quizás todo esto que te he contado pueda resultarte un poco pelmazo, pero dale algunas vueltas al asunto mientras te duermes y veras como mañana tenemos un desayuno de lo más sabroso. Abuela, eres un cielo.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

EL HOMBRE DEL TRAJE GRIS

El hombre más paciente del mundo entendía la vida como un don dichoso, pensamiento éste que acarreaba como resultado inevitable vivir el día a día no sin cierto asombro. El apacible don del que disfrutaba aquel hombre no hubiera sido posible sin haber podido liberar con antelación, nadie sabe cómo, la palabra del lenguaje. Desde el observatorio privilegiado en el que se encontraba, el mundo se le antojaba un lugar diáfano ocupado sólo por libros y pinturas desde el que se podía observar la deuda del logos oscuro para con la luz y el privilegio de la forma. Cualquier excusa era suficiente para iniciar un hermoso viaje a través del viento y la arena, y las columnas de hierro forjado se levantaban ligeras al socaire de sus deseos, como si ante cada duda fueran más de dos mil doscientas las almas que trabajaran al unísono para hacer posible el sueño. De vez en cuando abría una ventana por la que se colaban los humanos, sus queridísimos humanos, la mayoría comiendo galletas chicas, así como un montón de almas rezagadas que exigían otra vuelta de tuerca más a su panza del burro blanco. También se colaba de vez en cuando un hombre de traje gris que traía consigo un puñado de polvo y que vendía, a modo de tiempo recobrado, como el único remedio eficaz para encontrar algún sentido al pasado. En realidad el vendedor de los polvos milagrosos era él mismo, pero vestido de gris, lo que pasa es que como tenía una memoria de pez que competía con otras memorias procedentes de neuronas de madera, resultaba que su doble personalidad pasaba perfectamente desapercibida. En éste contexto amnésico, nadie se extrañaba de que el hombre del traje gris no temiera a la lluvia, ya que en realidad venía con el cogote bien mojado y estaba harto de recrearse desde pequeñito en los musgos que crecen en derredor de cualquier casa parroquial. Ésa y no otra era la forma peculiar que encontró para resistirse a los milagros del desencanto.

martes, 8 de diciembre de 2009

LA CRUZ

Decidió ser hombre y cargar con la cruz que le había tocado en suerte, y como la cruz en cuestión no era otra que la de hacernos reír y llorar de forma alternativa y constante, pues resultó ser un tipo tragicómico, personalidad ésta bastante jodida de llevar y mal pagada casi siempre. Para sobrevivir en medio de tanto trajín emocional, aprendió a mezclar alternativamente agradecimiento con perplejidad, como aprendió también a navegar perdido entre los agradecimientos o a quedarse inmóvil en el mar de las perplejidades, según y como las circunstancias aconsejaban una cosa o la otra. Por las noches, en vez de dormir, se dedicaba a follar con su mujer a calzón quitado, y cuando no era el caso de la folladera, entonces tanto él como su mujer se dedicaban a llorar como benditos y a imaginar la soledad en que quedarían cuando traspasaran las puertas del purgatorio. Coincidiendo con las horas de folladera o de lloriquera, un astro nocturno de dimensiones brutales se desplazaba por entre las azoteas de la ciudad, de forma tal que sólo cuando éste daba por terminado su paseo se podía mirar hacia arriba y ver la bóveda celestial toda cubierta de sueños y estrellas. Cruces a parte, fue feliz, y como sea que su vejiga estaba un día estropeada y otro día fuera de servicio, no se sabe si murió cuado iba o cuando venía.

lunes, 7 de diciembre de 2009

BOCAMINA

Es la convexa inconsistencia de sus palabras la que me hace llegar hasta el fondo de la oquedad. Allí, todo huele a sol y la niebla de deshace en lunas que giran dibujando eclipses en torno al centro mismo de su bocamina. Toda esa imperfección tan deseada habita ya en mis ojos y es lo que permite que, a la postre, el aljibe empurpurado de mentiras iluminadas quede abandonado a su suerte y pueda acercarme casi sin querer a los mensajes del misterio. Y a los misterios llego ciego, sordo e insensible, y sin un triste cuadernillo en el apuntar los desvelamientos que se produzcan en el orden en el que éstos se produzcan. Parto de mis raíces y me encaramo a las auroras que aún no son, y caigo alto, y salgo de mí para no explotar mientras caigo, yendo a caer al fin mi asaltada carne sobre la blanda tierra del plomo. Salgo pues malamente de los misterios, pero más consciente si cabe de la indeleble torpeza que palpita y da a luz la sombra que viste al desnudo. Escucho de nuevo la loca algarabía propia de un corazón entibado y desvaído, y me siento bien.

domingo, 6 de diciembre de 2009

DUEÑOS DE NUESTRO TIEMPO

Atrozmente vivo, desasosegado en parte por tanta ausencia y extravío, cargó sus bolsillos interiores de piedras de harina y sal, y se dispuso a sumergirse en la piel del otro. Sin culpa. Sin pecado. Su fin, consistente en hacer de lo nauseabundo una obra de arte, justificaba a priori la utilización de cualquier medio. Toda acción parecía redimida de antemano con tal de que el aburrimiento no se adueñara de una vida, corta por definición, construida con el sumatorio de horas tan largas que parecían rosarios de eternidades. Tanto la mosca pesada que sobrevolaría su cadáver años más tarde con una insistencia digna de mejor causa, como los niños que a esa misma hora estarían rociando de gasolina a los vagabundos medio adormilados en los soportales de la Gran Via, comprendían perfectamente su desesperado intento de dar la espalda a la propia sangre pretendiendo, al tiempo, definirse por aquello que nunca fue. Inundado permanentemente de luz, su intelecto era capaz de albergar un universo asombrosamente prolífico de miedos instintivos en el que no abundaban ni los héroes ni los payasos, ni mucho menos los prestidigitadores. Y en eso consistía buenamente de su atractivo. Al fin y al cabo, en el espejo de la paciencia los genios y los locos tienen el mismo aspecto desmejorado que tenía Jonás después de permanecer tres días con sus correspondientes noches en el vientre del pez. Nunca llegaremos a ser dueños de nuestro tiempo, de ahí que a nadie importe ya la hora a la salga el tren de la estación. A él tampoco.

sábado, 5 de diciembre de 2009

LA AVISPA

Durante mucho tiempo no supo cómo escapar, pero al menos sabía que de morir tenía dirigir su alma hacia las fuentes amarillas. Ahora las cosas habían cambiado: ni sabía dónde estaba, ni si quería escapar o por lo el contrario preferiría quedarse donde está, y mucho menos sabía dónde ir, en el caso de que algún día llegara a saber dónde se encontraba y decidiera marchar. Así pues, desde el punto de vista del saber hay que reconocer que las cosas habían ido a peor. Siempre se imaginó a sí misma vagando sin rumbo, fea y sucia, en lo más profundo de un pozo sin fondo, pero las cosas habían llegado a un extremo más allá de lo imaginable. Si al menos tuviera a mano alguna de raíz de ginseng. Dicen que es muy bueno para la confusión. Lo único claro es que todo en ella era propiedad de la muerte, pero muerta y todo pensaba que resultaría reconfortante llegar a saber algo. Llegar a saber, por ejemplo, si los seres muertos antes que ella echan de menos a los vivos o, como era su caso, sólo añoran a otros muertos. En lo que a los sentidos se refiere las cosas no estaban mejor, ya que le costaba horrores discernir si lo que tenía enfrente era la boca de un mono o las fauces de una montaña. Aún así, no ahorraba esfuerzos. Por ejemplo, se pasaba los días de oscuro en oscuro intentando descifrar aquel manuscrito, pero se desesperaba ya ni siquiera atinaba a adivinar si estaba escrito en chino mandarín o en chino cantonés. Lo de que estaba escrito en chino nunca llegó a dudarlo. La pena es que nunca llegara a saber que lo que intentaba leer eran los signos producidos sobre el papel por las alas de una avispa, toda ella embadurnada de tinta, en el breve lapsus de tiempo que transcurrió entre que escapó del tintero y murió envenenada. Así pues, el chino no era otra cosa que los espasmos gráficos en los que quedó resumida la agonía del himenóptero. El cielo ardía en medio de una lluvia de rayos fosforescentes, y ella seguía sin saber.

viernes, 4 de diciembre de 2009

EL NIÑO DE LA NIÑA BUENA

No acabo de entender tu afán por los cuentos clásicos. Pero en fin, con tal de que te duermas como si nos tenemos que remitir a los antiguos egipcios. La historia de hoy va de una mala madrastra y de una buena niña que dormía, creo recordar, sobre un mal jergón. Para que veas. Tú duermes en una cama estupenda y calentita mientras las princesas de los cuentos duermen en colchones de mala muerte. En fin, el caso es a todo esto se estaban realizando los preparativos para una fiesta espectacular en el palacio de la capital. De esto sí que estoy seguro. Las hermanas de la niña buena, a la sazón hermanastras, se preparaban para ir ataviadas con las mejores galas, y hasta adornos de brillantes que no debían ser confundidos con granos de anís. La niña buena, empero, nada tenía más que lágrimas, así que no podía ni soñar con ir al baile. Por no tener no tenía no móvil. Pero su madrina, que debía ser algo parecido a un hada buena, concibió el milagro de convertir una calabaza en una carroza, de unos ratones sacó unos hermosos corceles más un cochero, y hasta pudo mutar a seis lagartos para convertirlos en seis lacayos porque tanto hoy día como antaño a las fiestas de palacio es conveniente llevar lacayos. Ya ves lo importante que es tener una buena madrina. Claro que tu madrina, tu tía Antonia, no parece que te haga mucho caso, y tampoco parece tener dotes de hada, pero a lo mejor cuando menos te lo espera viene en tu ayuda si te encuentras con un problema de verdad. Lo del vestido para la fiesta lo resolvió la madrina con un ligero toque de su varita mágica, así como el asunto de los zapatos, que resultaron ser lindos, pequeños y muy cómodos, según se pudo saber luego. Para que te hagas una idea sería algo así como una convers originales de la época, pero muy elegantes. Así pues, ya tenía la niña buena toda lo que le hacía falta para ir a la fiesta pero –si te das cuenta, con cuentos o sin cuentos, siempre hay un pero- su madrina la dijo tenía que estar de vuelta antes de las doce, lo cual me parecía cuando me contaron el cuento y me sigue pareciendo ahora una hora razonable. Ni que decir tiene que la niña buena, entre lo guapa que era de natural y todos los atavíos que le proporcionó su madrina, ser convirtió en la comidilla de la fiesta y el príncipe se quedó absolutamente prendado, primero de su belleza, y luego con su insistencia en irse cuando quedaban tres cuartos para las doce y la animación estaba en lo mejor. Tal fue el azoramiento de la muchacha en escapar que dejó olvidada por las escalinatas de palacio una de sus zapatillas. Y no sé si fue el Rey, o si no el Rey el hijo del Rey, o el presidente de gobierno, o algún ministro el caso es que quien tuviera tal función publicó un edicto en el que dejó claro que el príncipe se casaría con aquella mujer que pudiera calzarse esa zapatilla. Sólo los piececitos de la niña buena dieron la talla, ya que en zapato era bien pequeño, azaña ésta que completó sacando de su bolsillo la otra zapatilla. Y nada, que se casaron, y la niña como era buena y aún a pesar de que las hermanastras no hacían más que hacerla la puñeta, ella se portó muy bien y las dejó vivir en palacio sin dar ni golpe. Y colorín colorado este servidor se va para la cama y tu a dormir que ya va siendo hora. No te olvides de apagar la luz y como se te ocurra levantarte mañana antes de las once te descuartizo.

jueves, 3 de diciembre de 2009

EL GATO BLANCO

Debiera colgarme con dos pinzas de la cuerda de secar la ropa a ver si así, colgado a la intemperie, aprendo cuatro o cinco frescas de las que están ahí fuera o, en su defecto, a ver si viento me trae algo que me explicara algo de mí mismo, es decir, que explicara parte al menos del sentido de mi existencia, en tanto que instrumento que sin ninguna duda soy en manos de los cuatro vientos. La verdad es que mis sobacos huelen a una mezcla tal de chatarra y sangre que ni yo mismo me aguanto, razón por la cual la idea de orearme un rato tiene sentido en sí misma, aunque no aprenda nada y aunque el viento traiga sus bolsillos vacíos de explicaciones existenciales. Ensimismado como me suelo encontrar en el recuerdo de aquel cementerio de nubes por el que paseé de pequeñito, no hace falta ser un lince ni tener la lengua mutilada para pensar en la posibilidad cierta de que me estuviera volviendo loco. Puede ser. Pero loco y todo hay que vivir, y siendo como soy lo más parecido que van a encontrar a una rata, no debieran extrañarse si mi realidad y la suya difieren. Errarían, empero, si llegasen por ello a la conclusión que su situación es como para tirar cohetes. Al fin y al cabo, su destino y el mío, a pesar de mi cobardía innata y del turbio cruce de miradas con el que nos regalamos mi otro yo y yo cada vez que nos cruzamos por la calle, su destino y el mío, digo, coinciden en lo esencial: nacimos, cada cual de su padre y de su madre, y que a nadie le quepa la menor duda de que moriremos. Lo contrario sería algo así como pretender cruzar la sierra que separa Chihuahua de Sonora y salir de allí indemne de la excursión. Sería un sueño. Claro que ahora que lo pienso no tengo muy claro si son ustedes los que interrumpen en mi sueño o yo en el suyo. En el mío no he visto ningún gato blanco ¿y en el suyo?

miércoles, 2 de diciembre de 2009

ASADURA INTELIGENTE

Exquisito paisaje éste del corazón que crece entre penas de óxido seco y asexuado. Visto así, pareciera una asadura inteligente capaz de llegar a saber qué murmura el arroyo con su voz arrulladora y por qué la nostálgica azucena embalsama sus olorosos pétalos antes de tiempo. Sin duda que la afortunada criatura poseedora de tal víscera está de suerte, como suerte tendrá también el aguafuerte o el daguerrotipo capaz de inmortalizar las vejigas de los seres anfibios que hablan con voz de mujer. En este día falso de callada elocuencia, busco la sintonía del plenilunio y el lobo, busco también unos labios y unos pechos que poder morder, pero sólo encuentro antiguos pájaros que gorgojean una muerte largamente presentida en medio de profundos pozos de espanto. Me temo que, un día más, los mimosos labios de encarnada caoba tendrán que esperar, y no quedará otra que conformarse con la ración de preguntas ignoradas de monocroma olvidanza, esas mismas que visten, calzan y tienen por corolario lógico el ya manido ramillete de respuestas imposibles.

martes, 1 de diciembre de 2009

VIVIR CAÍDO

Se adentró su lengua en mi aliento y yo me refugié en el gran tintero del mundo. Pero no hubo forma de escapar, y sucumbí, aún a pesar del catafalco de consejos, a sus iracundos gemidos de hembra hambrienta. Nada pudieron contra su sed ni las alfabéticas pirámides ni los limbos sígnicos en los que de normal hacía descansar el sonido de la carne. Lleno de mundo como estaba, me mataron obligándome a morir. Sus ojos me decían que, puestos a hacer, bastante tenemos con seguir haciendo de las nuestras. El estropicio resultaba bien visible: duros pedazos de paloma azul, y andrajos gaseosos e infinitos de lagarto viejo. Y si no me creen a mí, que hable la calavera y nos diga con su voz grave lo que vio, todo lo que vio, y nada más que lo que vio, antes que los gusanos la tomaran al asalto y lograran pernoctar en las marcadas cuencas de sus ojos. Pienso que va a hacer falta del llanto unido de todos los hombres para que me incorpore de donde caí y lentamente, muy lentamente, eche de nuevo a andar. Y no espero tanto. Ansioso yuntero de su carne fui, ya que era yo quien la araba entre soledad y soledad. Claro que andando el tiempo las neuronas te coronan de polvo viejo, y desde sus cubículos cóncavos miden mucho las instrucciones que dan al cuerpo, ya que piensan para sí que bastante tiene el cuerpo con lo suyo, es decir, con lo de seguir siendo cuerpo. De ahí que ahora piense con seriedad en la posibilidad de vivir caído.