viernes, 30 de abril de 2010

CARONTE

Un buen día se vio a Caronte transportando el inmóvil y demacrado cadáver de Caronte, es decir se vio a Caronte transportando su propio cuerpo, que es lo mismo que decir que vio a Caronte bebiendo de su propia medicina. A partir de ese día, huérfanos de barquero como estaban y sin nadie que guiara sus almas errantes para cruzar de un lado a otro del rio Estigia, los cadáveres se agolpaban en las orillas de los ríos en busca de transporte fiable y barato que les llevara del más acá al más allá. Pero para Caronte todo este trajín había terminado. Aquel flaco y gruñón que gustaba de proferir insultos a los cadáveres obesos ya no realizaría ningún viaje más, por muchas monedas que portaran en su boca los cuerpos difuntos de los príncipes y héroes recién fallecidos, y por mucha importancia que tuviera para la comunidad de fallecidos el servicio público que prestaba desde tiempo inmemoriales. En esta nueva geopolítica de locos que tenía por escenario los inútiles mares de un tiempo pretérito, apenas si una pequeña luz de brillo intenso, que no era otra que el recuerdo que el propio Caronte tenía de sí mismo, parpadeaba en la distancia.

jueves, 29 de abril de 2010

CUESTIÓN DE SENSACIONES

Sin que se sepa de dónde demonios proceden, se les ve buscándose la vida entre acantilados de belleza indefinible. Como fantasmas en pena que son, disfrutan dejando flotar sus restos al son de rencorosas concatenaciones, superpuestas e inextricables. El límite, su límite, acontece cuando, imposible de soportar ya tanta soledad, lanzan al éter esos gritos tan peculiares, tan suyos, que traspasan la niebla. Agotada la voz, sus cuerpos acaban transformados en entes invisibles capaces de helar la sangre al más pintado, extraña cualidad ésta que les permite convertir en orden lo que antaño no era sino pura confusión. En los libros donde los antiguos vertían sus reflexiones a propósito de las mutaciones y las degeneraciones, aparecen dibujados como seres que mueren sin por ello dejar de ser, y quizá por ello algunos autores concedan que, en su caso, se pueda hablar de una muerte pura. A la postre todo puede reducirse a una cuestión de sensaciones, razón por la cual me es posible establecer una cierta analogía con esos seres superiores: tanto para ellos como para la mí la luna estaba y sigue estando demasiado lejos.

miércoles, 28 de abril de 2010

INCOMPATIBILIDAD

Me place evocar hoy la calma previa que precedió a las erupciones que salpicaron mi boca el día del primer encuentro. En aquellos instantes, enredaderas de felicidades a modo de briznas de luz sin nombre caían en cascada dirigiendo con acierto el trabajo de una lengua y unos dientes que horadaban con parsimonia unos labios interiores que resultaron ser los suyos, por la misma regla de tres que la lengua y los dientes resultaron ser propiedad de quien esto suscribe. Una fuerza adenítica me empujaba y aún hoy puedo apreciarme a mi mismo como se aprecia a un hombre que tumbado se dispone a beber de un néctar que sólo a él le pertenece. Como a propósito de estos y otros trabajos se suelen decir muchas mentiras, diré que, con anterioridad a los sucesos narrados, la guadaña segó los tupidos hierbajos de mi rostro y dice ella que fue esa y no otra la causa de la maraña de granos que dieron fe nuestra supuesta incompatibilidad. Yo tengo para mí que era más bien un asunto químico relacionado con el desconocimiento y la falta de presentaciones. Espero curioso el dictamen del tiempo.

martes, 27 de abril de 2010

AQUELARRE INÚTIL

Al amor del fuego se contaban secretas historias de gentes que nunca supieron amar y que tenían los labios resecos y llagosos, decían los viejos del lugar que por la falta de besos que los lubricaran. Eran historias tristes en las que los contertulios terminaban cocidos por calenturas que en forma de vaho subían del bajo vientre y se expandían por todo el cuerpo. Al despertar, tenían la costumbre de refregar sus parte pudendas en la corteza de los grandes árboles al tiempo se embadurnaban los rostros con emplasto de piel de conejo y sus inmensas gargantas invocaban el sagrado nombre del príncipe Belcebú. En las noches sin luna bastaba con cerrar los ojos para oler su miedo. Otro año más de aquelarre inútil. Otro año más de oscura soledad.

lunes, 26 de abril de 2010

CARNE ACATARRADA Y HERRUMBROSA

Caminan que te caminan murmurando viejos encantamientos mientras pasean de un alma a otra en busca de la verdad. En este viaje sin retorno, los amasijos de carne acatarrada y herrumbrosa tienen por costumbre descansar cabeza debajo a mitad de camino entre las pascuas y los ramos, y lo hacen, esto del descansar, al tiempo que invocan con las dos manos al adorado fuego destructor, aquel que todo lo consume. Nadie sabe muy bien cuál podría ser el sentido de todo esto, pero al narrador de historias le viene de perlas. No es difícil verle acercar su oreja a la primera cabeza de caracola que encuentra en la cuneta sólo para recrearse escuchando en su interior el sonido de todos los mares del mundo. Lo que escucha no es en vano ya que luego va y lo cuenta, como cuenta también que tras el portón negro de aquel pajar que hace rato dejó atrás viven imaginarios monstruos demasiado monstruos y demonios demasiado demonios que no paran de lanzar ayes y huyes. Oscuras nubes se afanan en privar de luz a la luna, pero eso, aunque también lo cuenta, no nació fruto de su calenturienta imaginación. Cuenta a quien quiera escucharle que se avecina una tormenta, y es verdad.

domingo, 25 de abril de 2010

SIMULACRO DE AMOR

Un sol incipiente se colaba entre las rendijas de las ramas cuando se produjo el tan esperado milagro. Aquel músico que resucitó de entre los muertos volvió al mundo de los vivos y salió de su mutismo sólo para decirnos que hay algo peor que la muerte, y ese algo es ser partícipe de un simulacro de amor. Pero como todo esto que dijo lo dijo envuelto entre brumas verdes, olores fétidos y gases color de azufre, fueron pocos los que le escucharon y menos aún los que entendieron algo de la buena nueva de la cual era portador. Además, mientras dijo lo que dijo de su boca emanaban sonidos color púrpura que destrozaron los sensibles oídos de aquellos que tuvieron la mala suerte de asistir a tan luminotécnico y sobrenatural acontecimiento. La noche era negra ya cuando, a pesar del fracaso, volvió al sepulcro dispuesto a pergeñar nuevas mentiras que perpetuaran el cautiverio de los incautos amantes.

sábado, 24 de abril de 2010

UN TROCITO DE INFIERNO

El teatrillo de las ideas sigue representando día tras día su monótona función. En ese contexto, el aburrimiento llega a ser de tal magnitud que las cosas reales intentan huir de la realidad hasta que muchas de ellas terminan siendo lobotomizadas por el láudano de la fascinación y la repugnancia. Una vez finalizado el acto quirúrgico, aquellas cosas de entre las reales que lograron sobrevivir a la trepanación continúan su huida en busca del deseo que perdieron antes incluso de que las propias cosas envejecieran. En su loca huída, unas a otras se dicen en su lenguaje, en el lenguaje de las cosas, dónde piensa cada cual que se encuentra la salida de emergencia, aquella mítica puerta por la que los héroes escondidos huyen de la realidad. Ni que decir tiene que las cosas reales no encuentran nunca la salida, y entonces se dedican a buscar entre lo oscuro algo que sea más oscuro que la noche con el resultado, por todos conocido, de toparse una vez tras otra con el blanco terror de la soledad, y con esquirlas de un azul invisible que algunos coleccionan a modo de trocitos de infierno.

viernes, 23 de abril de 2010

EN CADA DESPERTAR

El ansia infalible que tengo de ti se ahoga en el hielo de las oscuras piedras de un tiempo inmóvil y de una distancia que, por momentos, me pareciera infinita. Esa es la realidad. Sin embargo, llueven ráfagas de palabras y risas que van y vienen de plástico a plástico ablandando el mármol y haciendo espumas del aire. Esa lluvia también es realidad, tan real como los remolinos de vértigo que genera tu ausencia, y tan real como las mariposas que se enseñorean en los vientres de los amantes cuando rememoran el calor del último encuentro. Se entremezclan los sentimientos tan reales como contradictorios, y no me queda otra que buscar alivio en los sueños que fabrico en cada despertar.

jueves, 22 de abril de 2010

SE MIRABA EN EL INTEROR DE SÍ MISMO

Se miraba en el interior de sí mismo y veía un suelo de cielos invisibles, y una luz prestada, y un tiempo azul del que manaban lágrimas, y un gesto a modo de verbo, y una mano, y la nada en forma de un hijo que no sabía muy bien si debía esforzarse por olvidar o por recordar. Se miraba en el interior de sí mismo y observaba fascinado las pausas que como soplos de aire se desgranaban entre mentira y mentira, y la sombra de un dios contrariado que huía de él porque lo quería demasiado. Se miraba en el interior de sí mismo hasta que descubrió, acurrucado en una esquina, el primer recuerdo de su madre, momento en el cual dejó de mirarse en el interior de sí mismo para descolgar el teléfono y llamarla no por nada, sólo para ver qué tal estaba.

miércoles, 21 de abril de 2010

EN VANO

Sus raíces se hunden en mí. Vinieron se lejos para hundirse en mí. Para ahondarme. Nadie sabe a ciencia cierta cómo fue posible el milagro del encuentro, pero todos saben, yo sé, que producido el acontecimiento sobrenatural, el retorno al insípido y frío mundo del sin ella resulta imposible. Fue dentro de ella como me reencontré con la ilusión y los sueños, y sé que este camino, lo sé, no será en vano. Las pruebas están a la vista de todos: el olor a sexo de los inmortales, las banderas de calzoncillos y sujetadores ondeando a los cuatro vientos, las palabras, los besos húmedos, los anillos de papel…no, no ha sido en vano. Renunciando desde ya a la seducción de la nostalgia y el consuelo, desciendo a su negro vivísimo, y ese descender no ha sido en vano.

martes, 20 de abril de 2010

LEY DE CAÍDA DE LOS CUERPOS

Transcurrían con placidez mis días sin otro afán que la búsqueda de una barba dócil, cuando se me apareció la madre muerte para traerme noticias de los infiernos. Su retrato del abismo contenía referencias al vientre de una gaviota que pululaba alrededor de unas naves negras, vientre éste que al parecer fue objeto de subasta pública entre un millón de calvos. Se refirió también a venas aún palpitantes y a mares de lenguas que, como si de multitudes se tratara, pugnaban unas con otras por los pobres despojos de un cadáver recién llegado del matadero. Llegado a este punto del relato, y sin venir muy bien a cuento, la madre muerte quiso hacer un paréntesis en su narrativa mortuoria para hablarme de ciertos problemas relativos a la física clásica, poniendo especial énfasis en la ley de la caída de los cuerpos. Según su peculiar interpretación, dicha ley venía a decir que, dados dos cuerpos, y en el caso de que uno de dichos cuerpos resultase ser propiedad de quien esto suscribe, entonces sucederá que si algún cuerpo tiene que caer, ese será el mío. Posteriormente quedó demostrado también que tal caída, la de mi cuerpo, tendrá lugar sin sentimiento de vértigo alguno. Sin estupor. Casi como una rutina. Dicho lo cual la madre muerte se sumió en un sopor profundo, algo parecido al sueño de los justos.

lunes, 19 de abril de 2010

SOMBREROS LLENOS DE ALCACHOFAS

La cubierta dura y cerrada de aquel viejo libro apenas si lograba mantener a raya a la manada de lobos hambrientos que pugnaban por escapar de él. El futuro tiene enemigos poderosos, de ahí que los ojos del mundo asistieran atónitos a los manejes y tejemanes, a los tratos y hasta los retratos que se gastaban aquellos que habían sido poseídos por el vicio de la trama y se afanaban en abrir la puerta a la aventura del terror. Todo eso acontecía, según mi modo de ver las cosas, en los ojos de aquellos que veían, mientras una extraña luminosidad reinaba en aquellos otros ojos que no querían ver. Tarde, mal y nunca, las largas sombras se adueñaron por fin de las marismas y la unión de todos aquellos que mantenían incólumes su amor al mar y los sombreros llenos de alcachofas nada pudieron hacer por evitar el desastre. Finalmente, el libro se abrió de par en par y los monstruos vestidos de razón se hicieron dueños del aire.

domingo, 18 de abril de 2010

LA ENTREVISTA

Años después, recordando aquella entrevista que apenas si duró unos minutos, me dijo que lo claro y visible de mis gestos contrastaba sobremanera con lo oscuro del lenguaje a través del cual intentaba decir aquello que necesitaba decir y aquello otro que se suele decir cuando no hay nada que decirse. Era primavera y en la calle, mientras se desarrollaba la conversación, llovían males envueltos en gelatinas de palidez sedosa, y cuando escampaba hacía su aparición un sol negro y profundo que hacía florecer por doquier los instantes de lepra. Era precisamente en esos instantes de tregua cuando sus ojos aprovechaban para mirarme con una especie de sed vacía y lejana. Aunque no era lo previsto, finalmente me contrató como guardián de sus archivos y sus sellos. No tuve más remedio que aceptar.

sábado, 17 de abril de 2010

EL PERSONAJE SIN NOMBRE CONOCIDO

Este personaje sin nombre conocido profesaba un miedo feroz a las sombras gordas y vacías, a los gritos extraños y a los ruidos a medio camino entre el suspiro y el estertor. En su corazón de tinta habitaba un universo sin limitaciones en el que tenían perfecta cabida los cementerios de ballenas y elefantes, extraños seres sumergidos en una búsqueda frenética por acaparar sueños y proteínas, y las ruinas de una antigua abadía en el que la providencia tenía por costumbre descansar los domingos y fiestas de guardar. En sus travesías mentales a lomos del sánscrito, el latín o el esperanto, imaginaba crónicas de amores obsesivos y formas alienadas bajo el peso de una moral loca. Sus ojos de lupa detectivesca parecían como si llevaran siglos aprendiendo a mirar y no paraban de suministrar imágenes a una cabeza que resultó ser la suya y que irradiaba a la vez claras muestras de majestad y de vulnerabilidad. Este personaje sin nombre conocido aportaba a todo lo que le rodeaba, y aún a todo lo que ingería, la familiar dignidad que me parecía recordar otorgaban a lo desconocido esos viejos pintores alemanes que eran tan de su gusto.

viernes, 16 de abril de 2010

DICOTOMÍAS

Me vendo o me traspaso. O las dos cosas. O me por alquilo por horas o por vidas. O me dejo llevar por las nubes de cuchillos o por los regueros de palabras. O me vengo o me voy. O me mantengo firme como si todo mi ser se hubiera convertido en un coral de lepra de solidificada, o me dejo caer flácido de asfalto. O me convierto en guardián del milenario secreto de la chirimoya, o dejo que el amor se pasee por el salón en pijama de franela. O nunca sale en los periódicos o la descubro a diario en las entretelas de la almohada. O memoria, o menú del día.

jueves, 15 de abril de 2010

SABEMOS LO QUE NO ES

Sabemos lo que no es. Sabemos por ejemplo que ni es definible ni es infinito, sin que por ello podamos afirmar con rotundidad que sea indefinible o finita. No es abismo y no es desierto. Lo que sea es tejido por múltiples personalidades y su resultado es un aliento ebrio y maloliente en permanente movimiento, todo mezclado de fuertes dosis de orgullo y de santidad mal entendida. No viene a cuento preguntarse si es dios o si es diablo porque resulta de sobra conocido que es dios y diablo a un tiempo. No es hierro doblegado a martillazos ni suele aparece entre los suyos con estrafalarios ropajes de PDF. Su nombre no tiene forma. No resulta contradictorio ni siquiera cuando adopta aspecto de sol que oculta las nubes o de hojas que incansables soplan los vientos. A veces pensamos que sabemos lo que es, y es entonces cuando la cagamos.

miércoles, 14 de abril de 2010

PRINCIPIO DE IMPROBABILIDAD DE LA TRISTEZA

Sobre todas las cosas conocidas Greenwich conocía muy bien no sólo la infinitud de la muerte, conocimiento éste de poco mérito ya que tuvo ocasión y tiempo sobrado de convivir con su propia muerte y con su propia infinitud, sino el corpus completo de principios y leyes que conforman el bagaje básico de conocimientos que conviene manejar con soltura para sobremorir con cierto nivel de solvencia en el más allá. Greenwich, como otros tantos querubines que defecaban pan y orinaban ternura, conocía bien las leyes que rigen la indeterminación de las líneas imaginarias y, como no, el principio de improbabilidad de la tristeza. Dice el tal principio de improbabilidad de la tal tristeza, en su formulación más básica, que resulta del todo improbable llegar a conocer toda la tristeza que es capaz de llegar a condensarse tras un kilo de carne viva. El tiempo, ese asesino que todo lo pudre, es el encargado de velar por el cumplimiento estricto del citado principio. Y Greenwich lo sabía.

martes, 13 de abril de 2010

LOS HOMBRES QUE YA NO SUFREN

No resultaba en absoluto difícil para los hombres que ya no sufren contabilizar el grosor del muérdago sobre las piedras. En general, he de decir que para los llegados del más allá cualquier dificultad en materia contable resultaba fácilmente subsanable. Los muertos cuentan bien. Llevan colgados del cuello, a la altura de su mollera, una especie de disco duro externo en el que mantienen su alma presa, y para evitar que esas mismas almas presas perezcan una segunda vez, esta vez de aburrimiento, las suelen entretener a base de jerigonzas. De eso se encarga el sepulturero nombrador de huesos. No hace falta para eso que el muerto sea un lumbreras. De hecho, no tiene porque estar en el uso de la palabra ni mucho menos tener acreditado el uso de la razón. Mientras cuentan se encienden. Tenían que ver sus ojos bajo el sol de la tierra: eran como palanganas brillantes que habitaran en lo profundo de los bosques.

lunes, 12 de abril de 2010

QUE CREZCA LA HIERBA

Después de haber estudiado la relación existente entre mis deseos y el yo que los desea un con cierto nivel de detalle, detalle que hasta podría decirse que me llevó a las puertas mismas del rigor, me decidí a intentar pasar de mi mundo a su mundo, al mundo de los deseos. Tal intento, consistente desde el punto de vista del metodológico en sumergirme en las tinieblas de su inconsciente neuronal, lo hice sin otra intención que la de poder conocer lo que los deseos se traían entre manos. Ni que decir tiene que el resultado fue catastrófico. Sus ojos, que no eran otros que los ojos del deseo, aparecieron ante mí sobrenaturales, como inundados por los rayos del claro de luna, y los sentí como acorralados, lejos de sí y lejos de mí, fríos, oscuros, sin otra salida que la rendición. Una extraña mezcla de jugos de bilis y babas aladas se adueñó de la atmósfera y terminó por arruinar el intento de comprensión. Habrá que dejar que crezca la hierba antes de volver a intentarlo.

domingo, 11 de abril de 2010

LUCHAS INTESTINAS

Me acabo. Y si no me acabo yo, me digo para mí que ya me encontrará alguien que sepa acabarme, o ya encontraré yo solo un vientre en el que acabar muriendo, sin alivio, sin queja. Me rindo ante la ineficacia de cualquier remedio con el que pudiera defenderme del aluvión de lágrimas secas que me inunda. Vano deseo éste con el que intento engañar esta mezcla extraña de gozo ausente y esperanza derretida. Es curioso que yo, que nací por hábito, reviente de sospechas y no me quede otra que confiar mis llagas a los abismos del olvido. Y así ocurre lo que ocurre, que los ásperos gestos del descuido y el tiempo, y los desnudos inconvenientes propios de las carnes y los huesos, riñen entre si procurándome disgustos de dolor grave. Son las luchas intestinas. Después de la batalla, locos e imposibles, pasan a través de mí los encendidos espíritus.

sábado, 10 de abril de 2010

SIGNIFICADA INSIGNIFICANCIA

Las palabras pierden su equilibrio, se doblegan…de la significada insignificancia de ciertas cosas mejor no hablar. Mejor no hablar, pongamos por caso, de las palabras carentes de orgullo, o de lo guapa que se pone cuando tiembla. Sin embargo, las cosas no están tan claras. Sin ir más lejos, la diferencia entre suicidarse o enamorarse no está tan clara. Lo lógico sería limitarse a respirar, pero eso tampoco está tan claro, como tampoco está claro eso de que sólo maten los locos o aquello otro de que las palabras que se doblegan y pierden su equilibrio pierden con ello parte de su encanto. En realidad, de la significado insignificancia del ser, especialmente si se trata del propio ser, es difícil ser consciente.

LIBRE Y MUERTO, LIGERO Y AZUL

La violencia tan brutal con la que amaba no estaba al alcance de cualquiera. Su libro era de plomo, y monje laico como era desde los tiempos en los que decidió abandonar las rutas de los tragos y los oscuros cucuruchos, no renunciaba por ello al cálido roce de la espada. Ni al odio, tampoco renunciaba al odio a pesar de la violencia tan brutal con la que amaba. De hecho, el resbaladizo barniz del odio embadurnaba sus manos el día aquel en el que, libre y muerto, ligero y azul, buscó refugio una noche más, la definitiva, en su desierto de errores.

jueves, 8 de abril de 2010

SUBVERSIÓN DEL ORDEN INJUSTO

Se produjo por fin la subversión del orden injusto en el que se fundamentaba su ausencia. Bocados de palabras encadenadas, y de besos encadenados a las palabras, y de amores encarnados que se encadenaban con gusto a las palabras y a los besos, y de pechos engendrados que se engarzaban a su vez a la cadena de besos, amores y gustosas palabras que parecían llegar de las mismísimas entrañas del paraíso; legiones de caricias y gestos incomprensibles, en fin, se abrieron camino entre los antaño yermos territorios de la distancia. Sólo la tiranía del suelo me impedía descifrar esa sucesión concatenada de risas que amanecían encadenadas a su bajo vientre. Me costaba ver su rostro, que amenazaba alegría.

miércoles, 7 de abril de 2010

LA VIEJA HISTORIA DEL COLIBRÍ QUE ROBABA RELOJES SUIZOS

No imaginar nunca nada. Hacer desaparecer el pellejo en el vacío de un viejo pozo y no imaginar nunca nada. Ser un hombre vacío que lleva una vida vacía imposible de llenar con algo que no sea más vacío. Esa es una posible forma de sobrevivir. La otra forma de sobrevivir que se me ocurre ahora es contando historias. De hecho, en el bar en el que me imagino que estoy ahora sólo había una forma de sobrevivir, y esa forma era contando historias. Cómo supe lo que acabo de decir no lo sé, pero lo supe, así que en el momento que menos lo esperaban solicité la atención de los contertulios para contarles la vieja historia del colibrí que robaba relojes suizos, y no lo hice créanme porque quisiera rehabilitar a ningún colibrí cleptómano o tuviera especial querencia por los relojes suizos. No. Lo hice por sobrevivir y porque imaginaba estar en un bar en el que la única forma de sobrevivir era contando historias. La verdad es que los parroquianos no sólo se quedaron con cara de no haber entendido nada, sino que por su aspecto general podría decirse que habían asistido a una autopsia o a una misa de réquiem. Al finalizar el cuento unos parecían como muy serios, otros como muy rígidos, y todos como muy atontados. En fin, lo importante es que pude salir vivo de aquel bar y pasarme al mundo de las vidas vacías donde para sobrevivir bastaba con no imaginar nunca nada.

martes, 6 de abril de 2010

EL DULCE EQUÍVOCO

Las palabras no vienen al mundo para ser felices, labrarse un porvenir y ganar alguna carrera. Ninguna palabra ganó nunca ninguna carrera. Ninguna palabra en su sano juicio espera dicha alguna. Más que en espera de dichas, las palabras vienen al mundo para ser dichas o, si no tienen otro remedio, para decir por ellas mismas lo que nadie quiso decir y mucho menos escuchar. Y ese es el caso de las palabras de hoy. Nadie quiso hablar del arcano reflejo de la cerveza en sus ojos, ni de las negras carcajadas, ni del dulce equívoco que supone vivir prorrogando sin más la respiración consternada, la sangre irrecuperable.

viernes, 2 de abril de 2010

CALVARIO

Llegó a acostumbrarse a su ausencia como acostumbrado estaba a que el sol saliera todos los días o a las implacables leyes de la gravedad. Sin embargo, ciertos dolores no tienen fondo, y es precisamente cuando uno deja de pensar eso y cree que ya no podría dolerle más, que más dolor es imposible, cuando nuevas punzadas a modo de calvario llamaban a la puerta de sus sentidos solicitando permiso de asilo. Los síntomas del padecimiento resultaban incuestionables: turbulencias de fango mezcla de lágrimas y polvo suspendido agitaban los recuerdos que, inmóviles en algún rincón de su cerebro, acaban desmayándose primero para terminar estropeados y hundidos en la oscuridad; su boca incontinente rezumaba tanta saliva cansada y deslucida que terminaba por hinchar su boca hasta el extremo de no poder cerrarla. La grasa, reconvertida en sudor frío, se desvanecía. No así el dolor.

jueves, 1 de abril de 2010

MI ODIO ES DISTINTO A TODO

La oscuridad vista a través del parabrisas rara vez miente, siendo como es esa misma oscuridad veraz la misma que me recuerda el sonoro eco de tu risa yámbica. El vecino que me pide la sal es el mismo que me dice que ha amado mucho y que fue él el que, en un descuido, inventó la muerte. Este armazón de huesos que me soporta, que se siente extranjero en todas partes y que rara vez se arquea por el peso de la esperanza, es el mismo que vaga en sueños de un desierto a otro, de un erial a otro. Mi odio, sin embargo, no tiene parangón. Es distinto a todo. Nadie más que yo puede odiar por mí. Imposible encontrar alguien que odie por mi mejor que lo que yo lo hago. Rara vez descanso de mi odio. Hoy, sin ir más lejos, odio la materia que me distancia de tu materia.