miércoles, 30 de junio de 2010

NADA FÁCIL

Vivir en el corazón de Buda no debe ser cómodo. Tampoco debe resultar nada fácil llegar a centro de uno, hasta sus mismísimas entrañas, para una vez allí proceder a lavar los intestinos y recolocarnos en el vientre mejor de lo que estaban antes de la lavativa. Hacer sonreír al niño de las ropas negras tiene que resultar increíble. Dejar de amarla, se me antoja imposible.

martes, 29 de junio de 2010

DE CAVERNA EN CAVERNA

Cargando con toda su nada, de caverna en caverna, arrastraba aquello que le quedaba de luz sin otro fin aparente que el de contemplar los cortantes cuchillos del alma descosiéndose en el espejo roto de su pensamiento. En esas estaba cuando, en un ataque de valor y armado de una punta de grafito, se dirigió al mundo para cantarle las cuarenta y entregarse al oscuro abrazo que anida en el umbral de la sombra. Una vez más, lo inútil se manifestaba como fiel aliado de lo bello.

lunes, 28 de junio de 2010

LA SALVACIÓN

Me decía que no quería otra cosa que formar una bola conmigo. Y la creía. Sus gestos, la claridad de su deseo, me resultaban por momentos ofensiva, claro que para evitar que descubriera mi espanto, hacía como si tal cosa. La monótona decadencia del mundo de los hombres, de mi mundo, me aconsejaba renunciar a meta alguna. Y ese pensamiento, creo, fue mi salvación.

domingo, 27 de junio de 2010

IRSE PUDRIENDO

Tiembla la pálida inmensidad del infinito bajo la protección de algún dios, y a pesar de lo que pudiera deducirse de su aspecto, extraña mezcla de seguridad e inelegante apariencia, nunca supo bien si regresó de aquél sueño o si aún continúaba atrapado en él. Sea como fuere, tenía la sensación de haberse perdido antes de empezar y no le quedaba otra que irse pudriendo apaciblemente.

sábado, 26 de junio de 2010

LA CÁRCEL

Construí la carcel en la que vivo, y tal cosa la hice penetrando lo más profundo que pude en los entresijos de la irrealidad. Una vez instalado en la mazmorra adelgacé muchísimo, tanto que me pareció ver una lluvia sin nube que se descolgaba de unos ojos que me miraban tras el cristal y que bien pudieran ser los ojos de dios, o los tuyos, que también los tienes bonitos.

viernes, 25 de junio de 2010

ALGO RARO

Se trataba de un azogue indecisamente rojo (sé lo que digo porque vengo de él) y solía vivir alejado del hogar donde se duerme, mostrándose los más de los días indistinto al tiempo y las más de las noches simplemente borracho. Escéptico radical, supongo que por sobredosis de quietud, ocultaba su ensombrecida mirada al paso de los deseos suicidas. Resultaba, para qué engañarnos, algo raro.

jueves, 24 de junio de 2010

SEDIENTAS DE UN ORDEN MISTERIOSO

Sedientas de un orden misterioso, insensibles a quienes como yo somos pura noche, las sombras se fundían unas con otras en las paredes de la alcoba logrando extrañas sensaciones cercanas a las que acontecen en los instantes previos al desvelamiento de algún misterio. Fue sólo un instante, pero fue, y lo fue aún a pesar de saber que no por ello iba a dejar de morir.

miércoles, 23 de junio de 2010

A POCO QUE LA DEJEN

Ya tú sabes que basta un solo diente para morder, que hay un demonio en tu interior, y que dentro de poco dejaremos de llorar a los muertos. Así pues, con la única condición de que los ojos que te acompañen sean hermosos, poco importa la ruta que lleves. Lo demás ya está escrito: las escamas de los peces se elevaran a los cielos y vomitarán sobre nuestras cabezas sucias palabras en forma de salmos. Abatida, amorfa, tu alma hueca y agotada querrá vivirlo todo una vez más. Y lo hará, a poco que la dejen.

EN DERREDOR DE SUS LABIOS

En derredor de sus labios se congrega la vida. Tan es así, que por momentos pareciera como si todo lo que ansié tuviera cobijo al abrigo de su boca, y todo, todo, apareciera ante mi presencia como extrañamente poetizado. Qué gusto amanecer al borde de su hocico desoladoramente solo, y qué gusto percutir sollozo tras sollozo sobre los ojos de aquellos poetas que tenían por costumbre orinar lagos de ginebra. Alma perra la mía que, a cuatro patas, transmuta de odre en odre, en busca de un pecho amigo capaz de acogerme a mí y a mi demencia.

lunes, 21 de junio de 2010

SEGUIR LA DIRECCIÓN DEL VIENTO

Suelo mantener ante la vida una actitud parecida a la que mantiene una hipotenusa con sus catetos. Es decir, suelo ser comprensivo y tolerante con las rigideces anguladas que me rodean. Suelo. El caso es que en aquella ocasión también fui tolerante y me deje llevar, seguí como quien dice, la dirección del viento. En realidad eso fue lo único que hice: seguir la dirección del viento. Y eso lo hice aún a pesar de que la dirección del viento me conducía a unos lugares que se asemejaban mucho a los conocidos callejones sin salida. Estos pasajes, al menos a primera vista, suelen ser espacios uniformemente sosos. Y tan soso era el lugar en cuestión que decidí morirme. Y a la vista de que el panorama no cambiaba, decidí morirme una y otra vez, y siempre de la misma forma. La pega, como todo el mundo sabe, es que morirse una vez tras otra siempre de la misma forma, a pesar de ser un tipo de reincidencia muy común, su significado profundo se me escapa por completo. La conclusión no podía ser más obvia: dejé de seguir la dirección del viento.

sábado, 19 de junio de 2010

OLOR A ESPLIEGO

No tenía nada que perder porque nada tenía, de ahí que la mayoría de las veces permaneciera dentro de su cabeza y otras veces, simplemente, se olvidara de ser. Y no es que el olvido del ser supiera una pérdida del ser que era, no, ya que era lo que se dice un esclavo feliz, lo que pasaba es que algunas veces se le olvidaba que era lo que era. Flotaba en las alturas, como el humo de una vela en forma de sueño, logrando permanecer inmune a todo. Era a eso, a lo de permanecer inmune a todo, a lo que llamaba vida. Deshuesado y todo como era, lograba que en el complejo sistema de su cuerpo unas cosas sostuvieran a otras. No lograba quitarse de la cabeza la idea de que, alejándose de donde estaba, se encontraría mejor. En general, se limitaba a contemplar los deseos sin mantener ante ellos una actitud activa, y podría decirse que lo único que lograba despertarle era el olor a espliego.

viernes, 18 de junio de 2010

SIEMPRE ESTUVE ALLÍ

Es el fulgor del tiempo continuo el que me proporciona la fe en la exacta proporción del raso. Mientras tanto, en el campo de barro, se reproducen las sombras de hielo y la confusa melancolía a la que me conduce la arquitectura de tus histerias. Siempre estuve allí. En el barro. Pero hoy las cosas han cambiado. Un edénico amanecer repleto de inhibiciones me hace supurar odios y borracheras paridoras de celofanes. Siempre estuve allí, contemplando tus fauces devoradoras al lado de tu perfecta sordera de pordiosera. Siempre estuve allí, pero hoy las cosas han cambiado.

jueves, 17 de junio de 2010

TODO COMENZÓ AL ACABAR

Todo comenzó al acabar. Al acabar, todas las cosas se doblaron y se cayeron como quien no quiere la cosa, comenzando a generarse entre los observadores del acabamiento fuertes dosis de asombro y confusión. Pero ese fue el acabose. El principio fue que, menguada e indiferente a todo, una luna me miraba como mira quien ve llover, siendo como era el caso que yo no llovía, y si llovía no llovía para fuera si no para adentro que es como solemos llover los que lloramos. A veces, cuando lloras, se puede tener la sensación de que todas las noches se parecen y que todas las lunas de todas las noches se parecen. Y eso fue lo que me pareció a mí al principio, pero estaba equivocado ya que tales padecimientos no se compadecen con realidad alguna que las justifique y las de sustento. Al final ocurrió que todo terminó al comenzar, que por otro lado es lo normal. Y yo nunca temí a lo normal. Al exceso de lo normal sí, pero a lo normal a secas no. Lo cierto es que al terminar de comenzar mi cabeza formaba un paralelepípedo perfecto, una masa de sebo en estado semisólido cercano a la fusión. Y a mi cabeza le hubiera encantado poder ingerir algunas virutas de tranquilidad, y no esa sucesión de cuchillos, cordones, piedras, sombreros y bicicletas que son las cosas con las que suele tropezarme al principio y al final de cada historia. De ahí que todo comenzara al acabar.

miércoles, 16 de junio de 2010

REQUIEM

Quizás el ángel caído esté confundiendo mis sueños, pero tengo para mí que ya es tarde para que las ancianas encinas se recuperen de la debacle. Para ellas no habrá un después, y mucho menos un después verde como suelen ser los después que preceden la esperanza. Nada podrá ya ni el jilguero, ni el hilo, ni el filtro de laurel. Los envoltorios de desamor recitarán para siempre, como si de una copla se tratara, su mortuorio canto de resignación.

martes, 15 de junio de 2010

LA CARTA

Terminé finalmente redactando y echando al buzón la carta que esperaba y no acababa de recibir. Lo curioso es que, aún a pesar del olor a viejo truco que emanaba de esta maniobra poética, la resultante no acababa de disgustarme. Cualquier papel en su pellejo de celulosa se hubiera hecho el sordo ante los alardes de estupidez que emanaban del escrito, pero éste no. Este papel aguantó estoicamente hasta que la carta fue escrita, y fue sólo al final, después de concluida la faena, cuando adjetivó la misiva como una memoria que se reproduce a sí mismo, como una secuencia inolvidable y correctamente articulada de contenidos a la deriva, mezcla de bostezos y ronquidos. Y fue entonces y sólo entonces cuando confesó su soberano aburrimiento. No sé cómo pude conservar la calma y evitar convertir su alma de clorofílica y a sus imperdonables impertinencias en puro humo. Pero claro, si lo otro fuera humo no habría debate y el aburrimiento sería aún mayor.

lunes, 14 de junio de 2010

LA POSESIÓN

Hijo de la madre del roble, era un dios con suerte. Tenía todo lo que había soñado tener, y todo lo tenía sin apenas esfuerzo. En su boca bullían burbujas de amargura espumeantes que no tenían otro fin que el de impedir que otros demonios distintos al suyo ultrajasen con su presencia lo que consideraba eran sus dominios exclusivos. Lucía unas gafas de un negro brillante semejantes a las que usan los demonios de cualesquiera latitudes y, como si de esclavas se tratara, llevaba cinco plumas de fénix asidas al tobillo de su pie izquierdo. Sus pupilas tenían un cierto aire de ensueño, razón por la cual generaban en los pocos que habían tenido la ocasión de observarlas con detenimiento unas sensaciones parecidas a las que se obtienen al contemplar un río desierto. El agua se vestía con calma cuando fue vista por la luz y el demonio vio a la niña. La posesión tuvo lugar poco después en aquella misma ribera.

domingo, 13 de junio de 2010

PEQUEÑAS PERPLEJIDADES

Esa continua suma de pequeñas perplejidades de la que parece construida mi personalidad me impide vivir alejado de las palabras, con el resultado conocido de que las palabras granizan sobre mi cabeza dejándomela echa unos zorros. Aunque parezca mentira, y pese al aspecto que arrastro después del granizado, consigo resultar algo simpático. Yo sé que ese milagro no se reproducirá eternamente, y es más que probable que la inefable sobredosis de necesidad que arrastro tenga como resultado previsible el hecho de que sean los gusanos los que terminen hablándome del amor dios. ¡El amor¡ ¡Qué difícil es hablar comedidamente del amor¡ Inevitablemente ausente a la par que deseado, siempre aparece en ese terreno intermedio entre la tranquilidad y la excitación, resultando a los ojos de los queaman, es decir, de los amantes, ora demasiado mucho u ora demasiado poco. No importa. Al fin y al cabo, doy por cierto que la suma final de todo lo que seré llegará a ser algo muy parecido a la suma de aquello que fui cuando no era nada.

jueves, 10 de junio de 2010

MIENTRAS EXISTA

Giraron una vez más las cansadas agujas del reloj, y su evidencia me estremece. Existo mientras giro, y observo mientras giro el volar de las viejas palabras, y me pregunto mientras giro qué aliento será ese que sale de mí y que me dice. Que habla por mí, que me dice lo que soy, y me lo dice alto, claro y distinto. Escucho mientras giro. Las baldosas me piden que las escuche. Y las hormigas que habitan las baldosas, también. Y los desiertos que habitan bajo las baldosas, tres cuartos de lo mismo. Comprendo, pues, que no me queda otra que girar mientras exista y escuchar el canto de las baldosas, las hormigas y los desiertos, y las voces cargadas de alientos que hablan por mí. Mientras exista.

miércoles, 9 de junio de 2010

ME PERDÍ

Ya no se sabe quién mira a quién, quién ama a quién, quién llama a quién, de ahí que me propusiera sentarme en un mar de sangre para disciplinar lo que queda de mi alma con la práctica de la meditación. Para ello tenía que imaginar un color del que sólo sabía su nombre, debiendo a renglón seguido observar el avance de la herrumbre sobre los huesos de un búfalo. Y eso hice. El resultado fue que, acurrucado entre las cañas, vi apretujarse a los musgos unos con otros como sólo tienen por costumbre hacerlo las bestias y las gentes. Todo iba bien. A pesar de que mi corazón estaba viejo, eso no le impedía escuchar las voces que manan de sus propias entrañas. Todo iba bien hasta que hasta que un gallo más atolondrado que de costumbre tuvo la desgracia de cortarse a sí mismo el pescuezo. A partir de ahí, el vértigo se precipitó sobre mi cabeza y me perdí.

martes, 8 de junio de 2010

DENTRO DE MÍ LLORABA ALGUIEN

Dentro de mí lloraba alguien y lo hacía desaforadamente, es decir, sin atención a forma alguna y, sobre todo, sin descanso. Pero eso era de vivo. Desde que ya no vivo, las cosas han cambiado mucho. Ahora lo oscuro se apretuja con lo oscuro en un espacio ya de por si oscuro, con el resultado previsible de que cada día que pasa todo se vuelve más oscuro. Incomprensiblemente oscuro podría decirse, si no fuera porque ya se partía de la más completa de las oscuridades. A un ente muerto como yo no se le puede ofrecer tamaña oscuridad, porque eso como poner un caramelo a la puerta de un colegio, siendo el caramelo la oscuridad y yo la puerta del puerta del colegio y no al revés como algún desgraciado se habrá llegado a imaginar. En todo caso, eso era de muerto. Ahora que ya no estoy muerto sino loco, un loco que como todos los demás aún se cree con vida, disfruto mejor de cada amanecer, especialmente cuando el amanecer en cuestión toca a su fin.

lunes, 7 de junio de 2010

EL MONÓTONO ENAMORADO

Todo en él era monótono, y era así, en su monotonía, que resultaba todo lo aburrido y molesto que puede llegar a resultar un ser de esencia monótona. Entendámonos bien. No es que el paisaje de su cara resultara puntualmente monótono para familiares y vecinos, o que de forma coyuntural apareciera ante sus contertulios como un orador más o menos fastidioso y simple, es decir, más o menos monótono. No. Como dije al principio, lo que ocurría es que todo él era monótono. Sistemáticamente monótono. Repetido. Uniforme. Constantemente monótono. Indiferenciado para cualquier otro que no sea él. Ahora bien, al igual que otros individuos de su especie, los monótonos también se enamoran y ni que decir tiene que entre todos los monótonos que he tenido la suerte o desgracia de echarme a la cara son los monótonos enamorados los que de siempre me han resultado más simpáticos. Éstos, los monótonos enamorados, mascullan sus boberías de amor a modo de te quieros, te adoros, mi vida, te extraño, mucho te extraño, me muero por ti, mi negra bella, mi amor, y todo lo hacen de forma cíclica e insistente, invariablemente uniforme. En el mejor de los casos se limitan a abrazarse y besarse frente al mar, sentados en cualquier malecón, en riguroso y monótono silencio.