viernes, 22 de agosto de 2014

DOS SEMANAS

Acostumbrado a ser el más mostrenco de la clase, con un atractivo plástico normalito tirando a feo, no entendía cómo, apenas si puesto un pie en aquellas tierras del trópico, se operó el milagro que convirtió su acostumbrada invisibilidad en una “hola mi amol” acompañado de sonrisa que casi le parte el alma. Claro que era aficionado al arte y sabía que él, los temas, los objetos, todo está ahí, igualito para todos, de modo que lo que varía, lo verdaderamente importante, está en el punto de vista. Digámoslo ya: el punto de vista que le transmitía la recepcionista de aquel hotel le pareció infinitamente más dulce que cualquier otro conocido. No era tonto. Quedaba a la espera de otra realidad inmisericorde que volvería a él. Pero quedaban dos semanas.

DESALADO


Sobrecargada la retina, el débil brillo de sus ojos apenas si podía discernir el repertorio de unas sinrazones que, sin otra pretensión que la de quedar por siempre sumergidas en su pecho, se agolpaban en el quicio del esternón. Desalado y falto de fuerzas, a veces no sentía hacia sí mismo el querer que debiera, momentos éstos que aprovechaban los demonios para repartirse sus despojos. Nada grave, nada definitivo, nada que, a unas malas, no pudiera resolverse con el consumo adicional de varios teras de memoria virginal repletos de claroscuros.

miércoles, 20 de agosto de 2014

UN FIESTÓN INOLVIDABLE

Lo que fueron, esa singularidad infinitamente densa y matemáticamente paradójica que fueron, todo lo que fueron, apareció en un instante definido, y es ese preciso instante y no otro el que quisieran festejar hoy.
La probabilidad de que pudieran llegar ser era más bien remota, ínfima. Y ya que fue la magia del azar, la aleatoria presencia de un lejano algoritmo con nombre de actor para ser exactos, lo que permitió que la casualidad hiciera acto de presencia, quisieron comenzar el festejo con un sincero homenaje a los dioses protectores del misterio, la estadística y el arte.
Los hechos acontecieron por este orden. Al principio fue su nombre. Más tarde llegaron sus palabras hasta que, por fin, como por encanto, apareció su rostro. Una centésima de segundo después, ya la amaba. Y es aquí cuando deciden continuar su particular zambra cogidos de la mano, sonriendo como niños, mientras se toman un trago y se susurran al oído todo lo que los enamorados se han contado desde que el mundo es mundo.
A partir de ahí todo fue un continuo expandirse por el espacio estelar hasta que, por fin, el verbo se hizo carne, la materia se adueñó de la materia, y la explosión se hizo inevitable. Llegados a este punto seguro que entenderán por qué estas partículas, elementales y todo lo que ustedes quieran pero que parecieran llamadas a ser una y la misma cosa, quisieran montar un fiestón inolvidable.

martes, 19 de agosto de 2014

EN MANOS DEL HUMIDIFICADOR


Las olas parecían dormidas, como si hubieran pasado una larga noche de insomnio y borrachera y, en espera de un viento reparador que no acababa de llegar, se relajasen sesteando su agotamiento. Con todo, se notaba el olor a mar, y cuando cruzó al otro lado del malecón para sentirlo más de cerca, pensó en su suerte, en el azar, y en aquellos días de verano en Madrid en los que, con gusto, con mucho gusto, extravió su corazón carmesí dejándolo para siempre en manos del humidificador.

lunes, 18 de agosto de 2014

CANSANCIO


Sin una maldición que echarse a la boca, y más viejo que los cuervos, intentaba recordar sin éxito un estado de acartonamiento tan persistente como el que, muy a su disgusto, le parecía percibir en su interior. Quizás el año de la polio…es difícil de saber. Su único consuelo consistía en pensar que todo se acaba, hasta la paciencia de los pobres. No estaba para bromas. Presa de un cansancio venido de muy lejos, había días en los que no deseaba otra cosa que caer, caer por fin no importa dónde, y dormir.

HETE AQUÍ


Hete aquí, o resulta que, o mejor, mira tu por donde que, precisamente cuando la profundidad de su pánico impedía cualquier atisbo de esperanza, va y la conoce. Y fue de su mano, poco a poco, sin aspavientos ni farmacología, como la luz del mundo se hizo de nuevo en sus ojos.

EN SU CABEZA


Nadie sabía qué se ocultaba en su cabeza hasta que ya era demasiado tarde. Imaginaba cosas que no debía imaginar, pensaba cosas que no debía pensar, y todo se mantenía en relativa calma hasta que, finalmente, hacía cosas que no debía hacer. Era entonces, justo en ese momento, cuando se enteraban de lo que pasaba por su cabeza.

viernes, 15 de agosto de 2014

OLOR A CUCHILLOS OXIDADOS


Tenía la fea costumbre de enseñar sus heridas para que se comparecieran de él. Proveniente de un antiguo linaje de lunas y basalto, su pequeño secreto consistía en aparentar que no tenía nada que esconder. Claro que no siempre lo lograba. Lo único cierto, lo impepinable que diría mi madre, era que, allá donde iba, dejaba en el aire un incomprensible olor a cuchillos oxidados.