Si al menos me hubieran echado por un
ERE. Una mierda de ERE. Pero no: despido por causas objetivas. Once faltas de
asistencia al trabajo, justificadas pero intermitentes, durante dos meses
seguidos. Puta mala suerte. Gripe dos. Lumbalgia cuatro. El aceite de las
croquetas sobre la mano derecha, cinco. Total once. Y hala. 59 años y a la puta
calle. Aquel compañero tan listo. Tan brillante. El nuevo. Y ese jefe tan
cabrón. El de siempre. ¿Miedo irracional a perder el empleo? Y una mierda
irracional. El irracional es el coche a medio pagar. Y el hijo que quiere
volver a casa. Y la medio hipoteca con la ex mujer. Y el alquiler del piso. Y
la nevera que se jode. Y la medio novia. ¿Qué la digo?. ¿Y a los amigos?. La
vergüenza también es irracional. De
nuevo el último en la fila de los idiotas. De nuevo la cola del paro y la
búsqueda de la nada. Y vuelta a empezar. Un clásico: el portón comienza a
abrirse, crujen los goznes,…y ahí está…la vieja Oficina de Empleo...y aquí estoy
yo, con más años que Matusalén, sumergiéndome una vez más, quizás la última, en
el oscuro vientre de la dependencia, la necesidad y el vacío.