Ya le decía su madre que de tanto darse a la pena se le estaba
secando la bilis, de modo que no le extrañó el hecho de que, una tarde,
mientras apartaba el visillo de la cocina, se quedara sin aliento y, lo que es
peor, sin fuerzas para reaccionar contra su propio ahogo. Menos mal que la parca
estaba torpe esa tarde, menos mal también que tanto él como los suyos tenían por
costumbre dormir con un ojo abierto, y menos mal, en fin, que las cosas no son
duras ni blandas sino conforme las hace cada cual. El caso es que sobrevivió. Hacía
rato ya que la noche había inundado las calles y los descampados, y que la
severa belleza de los álamos desvestidos por el invierno se ocultaba tras mares
de sombras. Fue entonces cuando empezó a sentirse mejor.
sábado, 31 de enero de 2015
viernes, 30 de enero de 2015
SEDIENTO
No es que estuviera sediento era, simplemente, que no se podía
creer la suerte que tenía. Lo cierto es que, así como al paso, la inagotable
sed de su corazón estaba construyendo otra realidad, una muy distinta de la
original que poco a poco estaba reemplazando a la anterior. Había dejado atrás los medicamentos , los
horóscopos y las dietas, y se estaba comiendo la vida por las patas. Sabía que
la diferencia entre un abismo y una distancia prudencial es sólo cuestión de
perspectiva. Comprendía el riesgo. Lo aceptaba. Pero no quería despertar.
jueves, 29 de enero de 2015
MALA CONCIENCIA
En su conciencia o, para ubicarlo con mayor exactitud, en su mala
conciencia, residía una fuerza ora mustia y enfermiza, ora activa y despierta,
que le llevaba a escuchar con atención cualquier referencia al reino de los
cielos. El origen de todo se localizaba en ese afán tan suyo por matar todo
tipo de gorriones, palomas y otras aves que, por error del pájaro o por acierto
suyo, caían en sus garras de niño travieso. Esta afición tan truculenta no sólo
le alejaba de cualquier posibilidad de salvación y de vida celestial, sino que comenzaba
a presentir los preparativos de una venganza por parte de los seres voladores que
resultaría terrible. Pero todo eso y más ocurría en su mala conciencia. En la
parte buena las cosas acontecían de modo muy distinto.
miércoles, 28 de enero de 2015
CARRACUCO
El frío estremecimiento que padeció y que iba y venía de los pies
a la cabeza, viajaba en su interior a la velocidad de la luz como viajan las
cosas que se mueven en el vacío, porque a propósito de eso no tenía la menor
duda: estaba vacío. Y perdido. Además de vacío estaba perdido, más perdido que
el Carracuco, de modo que daba vueltas en un tiovivo particular que, aun a
pesar de los calambres y los estremecimientos que le procuraba, no llevaba a
ninguna parte. Quizás por eso de hacer de la necesidad virtud, y porque no era
tonto del todo, pensaba en qué hermoso es eso de no ir a ninguna parte. En fin,
vivía así, al borde las cosas, hasta que un día el tiempo, tembloroso, huyó.
martes, 27 de enero de 2015
VERGÜENZA GENERALIZADA
Más que un infarto, lo que parecía estar sufriendo era un ataque
de lucidez. Se acercaba el final y no veía la forma de redimir su cuerpo de
toda una vida de malas posturas. Tampoco atinaba a encontrar los materiales con
los salvar el alma, si es que tal cosa llegó a existir alguna vez en aquel
amasijo de materiales extraños y contradictorios que fueron conformando su ser.
Entre tanta acumulación de sucesos primaba una sensación de nausea barata
propia de los amaneceres vacíos, todo ello en medio de un vasto paisaje de
vergüenza generalizada.
lunes, 26 de enero de 2015
TANGO
Escuchaba tangos todo el día. Uno detrás de otro. Continuamente.
Cuando peinaba su alopecia. Tango. Cuando contaba el viejo dinero que entregaba
religiosamente a aquella mujer, su mujer, tan joven. Más tango. Otro tango más,
pensó para sus adentros, y de lo que era una criatura de salud normal con
ciertos rasgos de decrepitud, propio de los años, no quedará sino un zombi
neurótico y destrozado sin perspectiva alguna de recuperación. Lo triste es que
hasta eso también sonaba a tango.
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