De cabeza y sesos no andaba muy sobrado, de modo que dedicaba las
más de sus noches a entrar y salir por los boquetes de los cucuruchos y bares
de mala pinta y peor fama, hasta que agotado y sin un centavo se dejaba caer en
un callejón próximo a esperar el paso de Venus por el disco del Sol. Se dice de
él que nunca fue feliz, pero vaya usted a saber.
domingo, 31 de mayo de 2015
DURANTE MÁS DE TRES DÍAS
Me estuvo abrazando durante más de tres días, y negándome otros
tres. Me susurraba al oído cosas incomprensible y pareciera como si su voz me
estuviese llegando a través de una especie de una extraña branquia auditiva que
se hubiera creado en mi cerebro. Dilatado el espacio, en medio de la oscuridad,
los dos nos convertimos en un ente, un solo ente, en cuyo corazón se instaló un
tiempo poblado de sonrisas.
viernes, 29 de mayo de 2015
EVIDENCIA
A la innata zanganería y estupidez propias del personaje, debería
añadirse el día de autos un cierto sopor propio de la sobremesa del domingo. No
se dio ni cuenta. Envuelto en un halo de bruma, aquel núcleo blanco
perfectamente irreconocible fue ascendiendo desde el corazón hasta algún lugar
del cerebro, y allí se quedó. Sin amargura, sin cinismo, tuvo que abandonar por
fin su permanente coqueteo con la desidia, y rendirse a la evidencia.
jueves, 28 de mayo de 2015
EL ABRAZO
Quería protegerla, preservarla del miedo, y no se le ocurrió otra
forma que abrazarla. Y eso hizo: abrazarla con ganas, sin reservas. Para cuando
quiso abrir los ojos habían transcurrido cuarenta y siete años, los dos estaban
muertos, y una nube de humo muy negro se había adueñado de la pantalla del ordenador.
miércoles, 27 de mayo de 2015
UN DÍA DE MIERDA
Se
sentía cansado. También se sentía vacío y como triturado por el ir y venir del
absurdo y la perplejidad. Para colmo de males, amaneció rodeado por una
atmósfera general de necesaria tristeza que respiraba con la naturalidad propia
de los de su especie, a un ritmo aproximado de trece veces por minuto. En
resumen, un día de mierda.
UN PROBLEMA
Justo en el centro de una especie galaxia que deambulaba entre la
idea y la emoción, un astrónomo contemporáneo a Copérnico descubrió algo
parecido a una dificultad. La contrariedad en cuestión consistía en un problema
que, por cierto, no tenía apariencia alguna de solución. Finalmente se dieron
cuenta que no se trataba de un problema sino de múltiples problemas, y que sus
coordenadas podían encontrarse cerca de cualquier persona capaz de percibir la
existencia de un problema sin apariencia de solución.
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