miércoles, 18 de junio de 2014

REVOLCÓN


Pasajero en un viaje extraño para el que se sentía poco preparado, la vida le llevaba de revolcón en revolcón, en cada uno de los cuales plantaba lo que tenía a mano: una mirada, un dolor de muelas, una sonrisa,…Y así fueron las cosas hasta que llegó un momento en que se sentó para apreciar, todas las mañanas un rato, la perfección del hastío. En el fondo, sus huesos siempre aspiraron a ser aire en el aire, de ahí que no le aburriera lo más mínimo contemplar el cautivador proceso de su conversión en polvo.

martes, 17 de junio de 2014

QUIETUD


Se desplazaba dentro de su cuerpo no sin dificultad y cierta repugnancia, y su aspecto habitual era el de un niño malo después de un berrinche. Para vencer tamaño handicap y superar de alguna forma la pestilencia que decía padecer durante sus paseos interiores, sus ojos se tornaron huidizos y vencidos, y solía ingerir con asiduidad sustancias que simulaban el retorno a una normalidad cada vez más lejana y ficticia. Lo cierto es que no se gustaba así mismo, y no terminaba de encontrar el camino de eso que llaman quietud.

lunes, 16 de junio de 2014

Y ENTONCES ¿QUÉ?


Los silencios eran muy gregarios, vivían todos en la misma calle, frecuentaban el mismo hammam, sabían defenderse y lo cierto es que le preocupaban menos. Pero los cantos…los cantos eran harina de otro costal. Guardaba las coplas en lo más profundo de su estómago, no fuera a ser que en un descuido se escaparan solas y, confundidas por la isócrona y machacona sinfonía general del tiempo, no encontraran jamás el camino de regreso. Y entonces ¿qué?

domingo, 15 de junio de 2014

EL TRIUNFO DEL AMOR


Observaban con detenimiento la luna y, además de parecerles representar la quinta esencia del tiempo, les emocionaba verla tan despreocupada. Tranquila, siempre idéntica a sí mismo, sentían envidia de su brillante altanería. A ras de suelo las cosas eran distintas: un estío tempranero parecía exigir la rendición incondicional de todas las emociones. Pero no. Bastaba un roce, una palabra, el escorzo de una mirada con pretensiones de algo más, para que se desatara en la estancia un vendaval de carnes con abundante guarnición de deseos que expresaba a las claras el triunfo del amor. Y otra vez a dormir. Y otra vez la luna.

miércoles, 11 de junio de 2014

DE LOS SIMIOS Y LOS OFICINISTAS


La tarea se me antoja clara: concentrar hasta el último gramo de energía disponible en esa parte del ser que siente, que se emociona. Descender a lo más alto de sus abismo para volver a ascender después, ya más tranquilo, a las profundidades del delirio, y lograr encontrar así las altas cuevas bajo cuyas tinieblas se gesta la dicha y el desconsuelo. Profesar la demencia como una religión y, preso de un hambre antigua, devorarla toda hasta abatir el miedo y reducir a la nada cada molécula de grasa racional. Volar dormido sobre los abismos que anuncian sus labios y amarla, en fin, sin tregua alguna, con la locura propia de los simios y los oficinistas.

jueves, 5 de junio de 2014

A PUNTO DE EXPLOTAR

Un bicho revestido de cemento se agazapaba en el centro mismo de su pecho. Y así, estrujando el esternón con la espantosa constancia de sus embestidas, convertía en imposible el más elemental de los actos mamíferos. Allí anidaba también, junto al bicho, el irrefrenable deseo de no despertar nunca de aquél hermoso sueño, y el recuerdo de una vieja promesa que venía a decir algo así como que, con el tiempo, todo lo oculto sería revelado. Pero lo importante, lo que en realidad quería decirles, es que todo, todo, acontecía en un pecho que, repleto de vida, estaba a punto de explotar.

martes, 3 de junio de 2014

ESPECTÁCULO


En su interior reinaba un silencio sombrío. Sus ojos, empero, habían logrado auparse a la atalaya del corredor y disfrutaban de la sonora extravagancia del vendaval, haciendo suyo la queja de los truenos y aplaudiendo para sus adentros los amanerados remolinos de unos vientos locos que lo mismo iban que venían y que, en su inconsciencia, parecían regocijarse como niños de su enorme poder destructor. Poco a poco la lluvia se fue llevando la brisa, hasta que la furia de la ventisca amainó, y fue éste el momento elegido para ir cerrando con parsimonia puertas, ventanas y contraventanas, las del alma y las de la madera, dando así por concluido el meteórico espectáculo.