domingo, 15 de junio de 2014

EL TRIUNFO DEL AMOR


Observaban con detenimiento la luna y, además de parecerles representar la quinta esencia del tiempo, les emocionaba verla tan despreocupada. Tranquila, siempre idéntica a sí mismo, sentían envidia de su brillante altanería. A ras de suelo las cosas eran distintas: un estío tempranero parecía exigir la rendición incondicional de todas las emociones. Pero no. Bastaba un roce, una palabra, el escorzo de una mirada con pretensiones de algo más, para que se desatara en la estancia un vendaval de carnes con abundante guarnición de deseos que expresaba a las claras el triunfo del amor. Y otra vez a dormir. Y otra vez la luna.

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