miércoles, 18 de junio de 2014

REVOLCÓN


Pasajero en un viaje extraño para el que se sentía poco preparado, la vida le llevaba de revolcón en revolcón, en cada uno de los cuales plantaba lo que tenía a mano: una mirada, un dolor de muelas, una sonrisa,…Y así fueron las cosas hasta que llegó un momento en que se sentó para apreciar, todas las mañanas un rato, la perfección del hastío. En el fondo, sus huesos siempre aspiraron a ser aire en el aire, de ahí que no le aburriera lo más mínimo contemplar el cautivador proceso de su conversión en polvo.

1 comentario:

  1. Isabella de Jesús22 de julio de 2014, 5:01

    La flama suave de la ambigüedad que da el silencio. El estar en en punto cero con la certeza que hasta ese punto es pasajero. Buen texto mi querido José. Saludos. "...Apreciar todas las mañanas un rato, la perfección del hastío."

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