lunes, 16 de junio de 2014

Y ENTONCES ¿QUÉ?


Los silencios eran muy gregarios, vivían todos en la misma calle, frecuentaban el mismo hammam, sabían defenderse y lo cierto es que le preocupaban menos. Pero los cantos…los cantos eran harina de otro costal. Guardaba las coplas en lo más profundo de su estómago, no fuera a ser que en un descuido se escaparan solas y, confundidas por la isócrona y machacona sinfonía general del tiempo, no encontraran jamás el camino de regreso. Y entonces ¿qué?

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