Si las aceras fueran paisajes y yo no hubiera hecho votos para conjurar la ñoñería y el patetismo que me caracteriza, juraría que los paisajes de hoy se me antojan como apuñalados aquí y allá de azufres y meados. Así no hay forma de mejorar. Lo mejor será deshojarme la piel y desaparecer del mundo por un par de días.
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