El silencio se inundó con el recuerdo de viejas historias y una luz ártica recorrió el sílice de sus ojos planetarios. Plegados por el trueno, vio acurrucarse los signos del miedo, y tanta, tanta hambre de amor llegó a ver en aquellos cuencos, que los alimentó durante dos noches con estambres de mentiras.
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