Quiso vivir loco y morir cuerdo, como dicen vivió y murió don Alonso de Quijano, y a punto estuvo de lograrlo. Llegó al sumun de la locura desechado uno a uno aquellos dogmas que de joven denominó principios. Lúcido en extremo, consciente de lo que se le venía encima, echó mano a su faltriquera en busca de lo que sería su última razón de ser, pero no halló nada. Luego, sin más ni más, se dejó morir.
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