martes, 8 de junio de 2010

DENTRO DE MÍ LLORABA ALGUIEN

Dentro de mí lloraba alguien y lo hacía desaforadamente, es decir, sin atención a forma alguna y, sobre todo, sin descanso. Pero eso era de vivo. Desde que ya no vivo, las cosas han cambiado mucho. Ahora lo oscuro se apretuja con lo oscuro en un espacio ya de por si oscuro, con el resultado previsible de que cada día que pasa todo se vuelve más oscuro. Incomprensiblemente oscuro podría decirse, si no fuera porque ya se partía de la más completa de las oscuridades. A un ente muerto como yo no se le puede ofrecer tamaña oscuridad, porque eso como poner un caramelo a la puerta de un colegio, siendo el caramelo la oscuridad y yo la puerta del puerta del colegio y no al revés como algún desgraciado se habrá llegado a imaginar. En todo caso, eso era de muerto. Ahora que ya no estoy muerto sino loco, un loco que como todos los demás aún se cree con vida, disfruto mejor de cada amanecer, especialmente cuando el amanecer en cuestión toca a su fin.

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