domingo, 13 de junio de 2010

PEQUEÑAS PERPLEJIDADES

Esa continua suma de pequeñas perplejidades de la que parece construida mi personalidad me impide vivir alejado de las palabras, con el resultado conocido de que las palabras granizan sobre mi cabeza dejándomela echa unos zorros. Aunque parezca mentira, y pese al aspecto que arrastro después del granizado, consigo resultar algo simpático. Yo sé que ese milagro no se reproducirá eternamente, y es más que probable que la inefable sobredosis de necesidad que arrastro tenga como resultado previsible el hecho de que sean los gusanos los que terminen hablándome del amor dios. ¡El amor¡ ¡Qué difícil es hablar comedidamente del amor¡ Inevitablemente ausente a la par que deseado, siempre aparece en ese terreno intermedio entre la tranquilidad y la excitación, resultando a los ojos de los queaman, es decir, de los amantes, ora demasiado mucho u ora demasiado poco. No importa. Al fin y al cabo, doy por cierto que la suma final de todo lo que seré llegará a ser algo muy parecido a la suma de aquello que fui cuando no era nada.

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