Sedientas de un orden misterioso, insensibles a quienes como yo somos pura noche, las sombras se fundían unas con otras en las paredes de la alcoba logrando extrañas sensaciones cercanas a las que acontecen en los instantes previos al desvelamiento de algún misterio. Fue sólo un instante, pero fue, y lo fue aún a pesar de saber que no por ello iba a dejar de morir.
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