sábado, 19 de junio de 2010

OLOR A ESPLIEGO

No tenía nada que perder porque nada tenía, de ahí que la mayoría de las veces permaneciera dentro de su cabeza y otras veces, simplemente, se olvidara de ser. Y no es que el olvido del ser supiera una pérdida del ser que era, no, ya que era lo que se dice un esclavo feliz, lo que pasaba es que algunas veces se le olvidaba que era lo que era. Flotaba en las alturas, como el humo de una vela en forma de sueño, logrando permanecer inmune a todo. Era a eso, a lo de permanecer inmune a todo, a lo que llamaba vida. Deshuesado y todo como era, lograba que en el complejo sistema de su cuerpo unas cosas sostuvieran a otras. No lograba quitarse de la cabeza la idea de que, alejándose de donde estaba, se encontraría mejor. En general, se limitaba a contemplar los deseos sin mantener ante ellos una actitud activa, y podría decirse que lo único que lograba despertarle era el olor a espliego.

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