miércoles, 24 de noviembre de 2010

DESDE LA VENTANA DE MI CUARTO

Desde la ventana de mi cuarto no veo la mar salada. Nada. Ni un trocito. Ni la luna. Ni la mortecina luz de las estrellas. Tampoco veo las farolas de la calle ni el caminar de los transeúntes. Podría ver un árbol, o dos incluso, pero lo cierto es que desde la ventana de mi cuarto no veo mata alguna, grande o pequeña, digna de tal nombre. El día menos pensado subo las persianas y que sea lo que dios quiera.

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