Carne como soy entrevenada de palabras, no termino de entender al tocino. Tampoco entiendo a la velocidad (esa ausencia callada que con frecuencia degenera en vacío silencioso), pero me preocupa menos porque rara vez la confundo con el tocino. A veces sí que fundo y hasta confundo el iris con el sol, la rama con la nube, lo que propicia en días como hoy alucinaciones de otoño en blanco y negro.
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