jueves, 18 de noviembre de 2010

UNA DE MIEDO

No le resultó fácil abrirse paso entre la tupida jungla de sus aburrimientos. Tardó años en encontrar su hobby, pero hoy tuvo suerte. Mientras lo degollaba y le sacaba el pellejo, sus ojos, del color de las llamas, relucían de admiración ante el ejemplar comportamiento de la víctima. En justa correspondencia, procuró que el sonido de su respiración resultara tranquilizante. Fue su generoso obsequio de despedida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario