Comenzó a las cuatro de la tarde de un martes cualquiera y duró setenta y seis minutos. Dondequiera que se cuente y a quién quiera que se cuente, debe hacerse constar las mencionadas circunstancias: que comenzó a las cuatro de la tarde y que duró setenta y seis minutos, razón por la cual sabemos también que la historia terminó a las cinco y diez de un martes cualquiera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario