jueves, 19 de abril de 2012

REGUERO DE SINSENTIDOS

Tenía trozos de nubes en los ojos y restos de olvidadizos calabacines en las orejas, y todo ese reguero de sinsentidos llegó a su cuerpo como quien dice sin comerlo ni beberlo. De alma turquesa, tuvo que beber, empero, amargos vasos de yeso seco, y tragarse algún que otro sapo, hasta comprender que el mundo necesitaba de títeres como él capaces de escupir tierra para que otros puedan cicatrizar las costras de su amargura.

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