domingo, 23 de noviembre de 2014

EL ERE


Si al menos me hubieran echado por un ERE. Una mierda de ERE. Pero no: despido por causas objetivas. Once faltas de asistencia al trabajo, justificadas pero intermitentes, durante dos meses seguidos. Puta mala suerte. Gripe dos. Lumbalgia cuatro. El aceite de las croquetas sobre la mano derecha, cinco. Total once. Y hala. 59 años y a la puta calle. Aquel compañero tan listo. Tan brillante. El nuevo. Y ese jefe tan cabrón. El de siempre. ¿Miedo irracional a perder el empleo? Y una mierda irracional. El irracional es el coche a medio pagar. Y el hijo que quiere volver a casa. Y la medio hipoteca con la ex mujer. Y el alquiler del piso. Y la nevera que se jode. Y la medio novia. ¿Qué la digo?. ¿Y a los amigos?. La vergüenza también es irracional.  De nuevo el último en la fila de los idiotas. De nuevo la cola del paro y la búsqueda de la nada. Y vuelta a empezar. Un clásico: el portón comienza a abrirse, crujen los goznes,…y ahí está…la vieja Oficina de Empleo...y aquí estoy yo, con más años que Matusalén, sumergiéndome una vez más, quizás la última, en el oscuro vientre de la dependencia, la necesidad y el vacío.

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