Aún a pesar
de que todas sus ideas resultaban ser absolutamente certeras, notaba
como si le faltara algo. Era una ley. Cada vez que subía a la
montaña de sus pensamientos, bajaba la presión atmosférica. Esa
era otra ley. Al margen de toda legalidad un buen día no bajó, pero
apenas si quedan ya en su mirada huellas de aquella batalla.
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