Pura materia de lava encefálica y gris, parecía sin embargo incapaz de romperle el espinazo a esta letanía de recuerdos que, en su impresencia, no paraban de supurar tontunas. En trance de rendición ante tantos huéspedes inhóspitos, abrió las compuertas de la noche y salió por ahí dispuesto a comerse el asfalto y a respirar algún que otro soplo de vida.
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