Su rostro reflejaba el pálido hartazgo y el ahogo propio de quien no puede más. Pluscuampefecto en su comportamiento, de cuerpo levemente incorrupto, no atinaba a dar con el argumento definitivo que le condujera al traspasar el umbral donde crece el abismo. Se lo impedían las arcadas y un denso boscaje de olvidos.
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