lunes, 12 de julio de 2010

CAMPEÓN DEL MUNDO

Me levanté campeón mundial y, como quien no quiere la cosa, llegué hasta lo más profundo de la celulosa para gravar en su corazón mi nuevo signo de hombre. Campeón del mundo. Después me dirigí al animal que soy y escribí en sus huesos; un rato después, horadando el tuétano de la piedra, hice lo propio. Campeón de un mundo. Ahí es nada.

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