Vacío de pereza, busco alivio a tanta levedad y no paro de hacer requiebros y encabalgamientos, y todo lo hago con tal de aparentar tener la gracia que no quiso darme el cielo. Es así que imagino historias rumorosas, dichas magulladas, noches obsesas y escondidas, y todo eso lo hago hasta que el sistema neurovegetativo se me queda rígido e hibernado de tanta extrañeza. Así, extrañándome, es como me suelo encontrar.
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