La ausencia de ensaladilla la explicó aduciendo que se había producido un caso peor que el peor de los casos imaginados en el momento de comprometerse a hacer la ensaladilla, un caso terrible éste que no supo explicar muy bien pero que condujo a los potenciales beneficiarios del manjar a un estadio cercano al de la inanición alimenticia y el desasosiego afectivo. Todo por su culpa.
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