Los días se deshacían uno tras otro buscando tras el latido de cada pecho corazones que, a la postre, se mostraron como inexistentes, y tal cosa la hizo hasta que, falto de voz, optó por desgranar silencios. El vapor del sol aumentaba la niebla natural que surgía de sus ojos perdidos, y en medio de tanta tiniebla no pudo resistir la llamada de una nueva promesa. Otro rasguno más en mitad del callejón.
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