Abrazado a lo extraordinario, a lo incomprensible, se dejaba llevar de la experiencia con la insana esperanza de salir de una inercia mental dañina y volver a un tiempo en el que la novedad fuera la norma. La intención era buena, pero había niebla detrás de sus ojos y el aspecto de su voz auguraba ecos de viejas derrotas.
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