TAN PANCHO
Exactos y sordos como un relámpago, mis labios no dejaban de nombrarte. Y ya está. Ponía la palabra en la cosa, que es como decir que ponía mi deseo sobre tu nombre, y me iba tan pancho pensando que había hecho lo que tenía que hacer. Me olvidaba que eso, lo de poner, era sólo el principio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario