El mundo desconocido era de lo que no hay. Desde las entrañas de lo imposible, y a modo de ejemplo, se puede decir que había piedras que no existen gracias a las cuales se pueden abrir las puertas del abismo, que no era difícil toparse con el ecuánime sinsabor de los gestos invisibles, con objetos híbridos de tiempo y sal, y con el deslumbrante misterio de la santísima claridad.
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