sábado, 25 de diciembre de 2010

ES NAVIDAD

Un tibio calor mezclado con espasmos de tristeza recorría su espinazo: era la navidad, la feliz navidad, que un año más hacía su aparición sin que sus sesos de mantequilla fundida pudieran procesar tanto gozo. Mirando fijamente el vacío se propuso terminar con todo, con la esperanza puesta en que la reencarnación, de producirse, no tuviera lugar en la misma carne que le vio morir. Así en la tierra como en el cielo.

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