Su sombra tenía forma de gente y buscaba sin encontrar algo perdido entre la distancia y el polvo muerto. Por eso mentía. Por eso y porque la tempestad de sus ojos no parecía amainar nunca. Remolinos de espumas que pugnaban boca contra boca. Tormentas de luz. Una vez vencido, apenas si tuvo tiempo para detenerse a escuchar el aliento inverbalizado del viento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario