viernes, 28 de enero de 2011

LE DIO POR LLORAR

Recio y enjuto a partes iguales, gran bebedor y amigo de todo tipo de pendencias, tenía la razón enflaquecida y gozaba de tantos ratos ociosos que un día tuvo un mal tropezón con la metafísica. La abundancia de pensamientos raros, unidos a los largos períodos de ayuno y a los excesos con los orujos, asentaron en su imaginación tal cúmulo de fantasías que se le secaron las neuronas y le dio por llorar.

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