Apenas si había empezado a recordar algo, cuando se le olvidó todo. Ni que decir tiene que la quemazón producida por el recuerdo de lo olvidado surgía con el resurgir de cada día y se recrudecía con la llegada de las sombras. Como podrán imaginar, los escozores y las dolencias producidas por tanta cesación de la memoria y tanto descuido se fueron acumulando hasta que, abandonado y omitido del todo, se dejó caer.
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