miércoles, 21 de diciembre de 2011

EL PECHO DEL SOLDADO FRANCISCO

Aún a pesar de haber disfrutado de muchas noches tranquilas, de esas donde ni los ratones se mueven, un misterioso frío enfermó el pecho del soldado Francisco. Como fuere, o él, o un pedazo de él, tuvo fuerzas para incorporarse del sofá. Al hijo del guantero no le fue mejor. Antes de la postrera conmoción tuvo dos visiones espantosas, dos, que le atormentaron y maravillaron a partes iguales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario