domingo, 11 de diciembre de 2011

ROSTROS

No hacía falta ser un experto en gestos para comprender que en aquella explanada había rostros aletargados sentados al borde mismo del abismo. Su expresión les delataba. Había otros donde unos vórtices, reales y calientes como el sol, circulaban en torno a las cuencas de sus ojos de un modo irrepetible. Otros no tenían ninguna expresión. Flexionaban de vez en cuando sus miembros para desadormecerlos, y esperaban.

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