sábado, 10 de diciembre de 2011

LA VERTICALIDAD PERDIDA

Un reloj de pared, semejante aunque diferente al búho de la estantería, marcaba el tiempo de la estancia cuando su cuerpo, en un esfuerzo supremo por rendir tributo a la tan denostada ley de la conservación de la energía, se levantó del sofá. Esa recuperación de la verticalidad perdida la tuvo que realizar soportando el nostálgico recuerdo de un fuego sin calor que mantuvo entretenida una fracción de su conciencia, digamos que la diez millonésima parte de ella, durante un buen rato.

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