Sus entrañas salieron a la luz, y en ese desentrañamiento ritual hubo de todo: desolación, dolor, y un clamor hueco que parecía llegar de las profundidades del pedernal. Culminado el acontecimiento, y como no podía ser de otra forma, su aspecto exterior era de cierto desaliño y confusión interior, pero la magia y la trascendencia del momento hizo innecesarias las palabras.
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