Algo más que primo y menos que amante, mantenía consigo mismo una relación contradictoria. Ocurría que, a veces, hablaba con su otro yo de cosas razonables, y sin embargo era desatendido. Debido a los continuos desplantes, mantenía su corazón contraído cuando no algo desquiciado. Así las cosas, llegó un momento en que las ilusiones se detuvieron y la sombra cayó sobre sus ojos nocturnos.
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