Decían que fue el desengaño, convertido en locura, lo que le apartó del resto de sus congéneres, y decían también que, además de su locura, se asemejaba al que tuvo novia en el Toboso en que ambos eran zahorís de historias. En su cabeza las cosas trocaban y mudaban a una velocidad de vértigo. Tan fuera llegó a estar del uso de los demás hombres que se hizo invisible, si no a ojos de todos sí al menos de los más.
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