Esa especie de locura verborraica en boca de un hombre de aspecto sensato, unido a un cierto aire graciosillo de voz ronca y destemplada, hacían de él una especie de espantajo prodigioso. Para sus adentros, cuanto más se buscaba menos se hallaba, y como el problema venía de largo, entrambas opciones, hacer o no hacer nada a propósito de su estrambótica personalidad, pensó que era mejor no menear el arroz, aunque se pegue.
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