miércoles, 25 de julio de 2012

CIEGO

En las ilimitadas costas donde reina la orquídea, fueron las lágrimas las que velaron sus ojos. Fueron los pinos también, y los jazmines, y el sordo dolor producido por el sistemático rapto las rosas. La sangre antigua también tuvo su culpa, y la fe ciega en el néctar de una ciencia que dice hablar el exactísimo idioma de las estrellas. Fue también ira la que nubló su mirada. Y las bocanadas de misterio. Y el hambre desmantelada.

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