martes, 24 de julio de 2012

MURIÓ MUY SERIO

A la hora de la siesta, tumbado en el sofá, subyacía en sus ojos un algo misterioso, una cierta atmósfera de desconfianza que le hacía inconfundible. El tiempo, en su presencia, parecía como si se disfrazara de una densidad y una seriedad desconocidas para el resto de los mortales. No creía en los censos ni en las estadísticas, y para sus adentros pensaba que el hombre nunca estuvo en la luna. Murió muy serio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario