En un sueño que debía ser de segunda mano, imaginé un mundo que me pertenecía sólo a mí. Y quiero que sepan que esta ensoñación debía ser especialmente caprichosa ya que, en ese caldo de sombras en el que me movía, y siendo como era dueño de la nada, la espesura del olvido se hacía cada vez más densa, y el silencio parecía como herido de una muerte anónima e incomprensible.
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