Estoy bien. De verdad que estoy bien. De hecho podría decir que estoy fantásticamente bien, y si no fuera porque me gusta asustar a mis amistades nunca diría que la náusea está a punto de hacer su aparición por las cercanías de mi laringe. Pero estoy bien. De verdad que estoy bien, y ojala este amago de arcada sea capaz de arrancar en algún amargo lector el eco de una sonrisa jugosa y placentera.
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