Rara vez me trato de usted. De normal, suelo tutearme. Lo de ayer fue una excepción justificada: al mirarme en el espejo y ver esos goterones de lluvia caliente chorreando mejillas abajo, me dije entre hipos algo así como señor, a dónde cree usted que va con esos lagrimones. Y fue por eso, por lo del sollozo delante del espejo, que me traté de usted, aunque lo habitual, insisto, es que me tuteé.
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